26 de octubre de 2009

LA ALFABETIZACION COMO PRINCIPIO.

LA ALFABETIZACIÓN COMO PRINCIPIO.

La herramienta esencial de la no-violencia es la educación, y de esta la alfabetización. En nuestros países de América el único que ha adelantado al respecto en estos últimos cincuenta años es Cuba, que tiene el menor número de analfabetos (una tasa de menos de un cuatro por ciento conformado por personas mayores de sesenta años). De Fidel Castro se ha escrito más que de ningún otro político latinoamericano, se le ha abordado de casi todas las formas comunes y se utilizarán otras más allá de nosotros. Hace unos pocos años, el agente de proyectos de uno de los estudios de cine para quienes suelo escribir en Norteamérica me habló indicándome que se comunicarían conmigo ciertas personas, que deseaban contratarme para escribir un guión basado en la vida de Alina Fernández, la hija rebelde de Fidel Castro, quien vive en Miami, y cuya historia tenían proyectada para una cinta internacional. Así fue como me hablaron y, antes de decidir, solicité que me enviaran el material de información que tenían: me hicieron llegar la versión publicada de las memorias de Alina, editadas por Plaza & Janes (1997, 258 páginas), y una copia de la versión original que había entregado la autora, que eran unas mil páginas en total. Leí el material y les propuse un cuestionario para que hicieran llegar a Alina, especificando algunas cosas que estaban relacionadas más que nada con reafirmar fechas históricas y hechos en que fue protagonista. A los pocos días, me hicieron llegar unas ocho horas de grabación respondiendo mis preguntas, en que se notaba la total predisposición de ella para responder de la más completa forma posible cuanta referencias necesitáramos para escribir el guión.
Entonces visité Cuba para andar las calles que retrata Alina. Solicité unos días allí a mi libre albedrío, para intentar detener cualquier poder ajeno que pudiera alejarme de mi solo deseo de visitar La Habana más que nada por caminarla, dejarme estar en ella más allá de un par de obligaciones de abrir mis ojos para retratar lo más fielmente posible una esquina, un local, una plaza o el Malecón. Tuve el alto honor de conocer a Natalia Revuelta, una de las reinas madres de la Revolución cubana: hablé con ella en una ocasión, un par de horas, más que suficientes para entender porqué esta mujer ha sido el amor más permanente en la vida de Fidel Castro. La madre de Alina Fernández, “Naty” como le dicen en Cuba, es excepcional y por supuesto nunca lo suficientemente reconocida: al final sus contactos por ser de familia educada con ancestros aristocráticos, y sus joyas, dieron forma a los primeros actos revolucionarios. No por nada, de profesión abogada y políglota ella fue quien enviaba siempre comida y libros a Fidel cuantas veces este debió escapar a la Sierra o estuvo en la cárcel. Con una mirada penetrante de sus ojos verdes muy claros, perfectamente arreglada con sus labios de rojo carmesí, “parece una fuerza de la naturaleza” como la define Alina en sus Memorias, vestida de blanco impecable, Natalia Revuelta dijo: “A mi edad, he cumplido ochenta años, puedo decir que siempre he sido algo más que la amante de Fidel y la madre de su hija Alina. Para Fidel su proyecto revolucionario siempre estuvo sobre su vida personal. Y en cierta medida, para mi también ha sido así: me lo saqué del corazón y lo puse en mi cabeza; ahora lo veo como un ser de gran dimensión al que sigo respetando. Soy cubana, por eso soy una mujer resistente, porque los cubanos hemos resistido todo. He trabajado cuanto he podido por la revolución de mi país; si naciera de nuevo, lo haría igual. Y, en lo que a mi respecta, si hemos esperado más de cincuenta años para que nos levanten el bloqueo internacional, perfectamente podemos esperar otros cincuenta, en que se nos ha impedido vender el fruto de nuestra tierra y nuestro trabajo, negándonos suministros, para disminuir los salarios reales y monetarios, “a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”, que son palabras oficiales que te recito de un documento oficial de 1960".
Natalia Revuelta se refiere a un memorándum del gobierno norteamericano
desclasificado en 1991, y que describe el objetivo último del embargo o bloqueo contra la isla. En el documento, del 6 de abril de 1960, un año antes de la invasión organizada por los Estados Unidos contra Cuba, el entonces Subsecretario de Estado Adjunto para los Asuntos Interamericanos, Lester Dewitt Mallory, escribió las siguientes palabras discutidas en una reunión encabezada por el entonces presidente Dwight D. Eisenhower: “No existe una oposición política efectiva en Cuba; por tanto, el único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Fue la misma táctica para destrozar las funciones del gobierno de Salvador Allende utilizadas contra Chile, donde, por ejemplo, el desabastecimiento y el mercado negro surgieron de inmediato. Y es bajo esta política de bloqueo a una isla que nacieron y han vivido las dos terceras partes de la población cubana, quienes han tenido que padecer, sobrevivir y desarrollarse en las particularmente difíciles condiciones que imponen las superpotencias buscando el aniquilamiento de la resistencia, y que ha de quedar como ejemplo de fortaleza, dignidad y soberanía de la nación cubana; en noviembre de 2008, la resolución condenatoria del bloqueo que desde 1992 presenta Cuba a la Asamblea General de Naciones Unidas obtuvo una votación inédita: 185 votos a favor, con los votos en contra de Estados Unidos, Israel y Palau. Pero las Naciones Unidas son un referente, no una obligación.
Para Natalia Revuelta, “en Cuba se ha desarrollado la maquinaria ideológica mas violenta de la historia contemporánea, más de medio siglo sistemático de sufrimientos y muertes de niños y personas inocentes, por la privación de medicamentos, de materias primas , de tecnología y en general de las condiciones propicias para el terrorismo internacional que han desplegado en territorio cubano las otras naciones. Sin embargo los cubanos somos los únicos latinoamericanos que no tienen niños muriendo de hambre, ni viviendo en la calle, ni comiendo de la basura. Tenemos alrededor de un noventa y cinco por ciento de la población alfabetizada, con prácticamente el 100 por ciento de la población infantil escolarizada, lo que es un logro cubano ante el mundo, aunque mis relaciones con el régimen no son de los mejores, con la Revolución educacional permanecen intactos. Yo les he dicho que existe ineptitud para resolver problemas, que acepten que hemos cometido errores. Hay cosas que se deben mejorar. Educación gratuita, medicina gratuita, vivienda gratuita, pero, ¿cuánto gana un cubano en moneda nacional? Casi nada. Por ejemplo, una persona con carrera universitaria, un doctor, especialista muy bien preparado en tratar... niños, gana menos de veinte dólares americanos al mes. Es verdad que las condiciones en que estamos impide aspirar a una vida mejor. Cualquier persona trabajando podría aspirar a una vida mejor, con dedicación y sacrificio, pero en la esperanza de una mejor condición de vida. En cincuenta años de gobierno revolucionario el pueblo cubano tiene acceso a todo gratis, a cambio de su trabajo que es remunerado con un salario irrisorio. No tenemos salida mientras no podamos comercializar y movernos libremente con el mundo. Yo le dije a Fidel que era una época de cambio, que levantara las fronteras y pudiera salir o entrar quien quisiera hacerlo, que mucho se ha hecho y eso deberá reconocerlo el mundo, pero que estaría bien ampliar las libertades para el desarrollo privado, les dije que explotaran el turismo de nuestra maravillosa isla, pero me dijeron que debían seguir fieles a su posición y nunca se doblegarían ante el capitalismo. Y se enemistaron conmigo. Me dio risa, jamás miedo. En 1994 sucedió algo que me molestó. Como combatiente del Moncada siempre fui a los actos del 26 de julio como tal, pero ese año una persona me dijo que esperase en la presidencia mientras los otros combatientes aparecían bajando la escalinata. Pregunté por qué. "Son las instrucciones, compañera", me respondió. Pero yo había ido allí para estar con mis compañeros y no precisamente para sentarme en la presidencia, así que rompí la invitación ante su mirada y no fui más. Casi no salgo, pero escucho radio y veo televisión. Igual, en el fondo de mi corazón siento que hemos luchado solos, somos un pueblo que vive inmolado creyendo que lo más valioso es la dignidad del hombre por sobre todas las cosas. Pero también siento que de nuestras cenizas ha de brotar una idea posible para una civilización nueva, justa y acogedora para todos.”
Anduve libremente las calles de La Habana. Me acompañaron los últimos cuatro días dos amigos que viajaron desde México para cuidar mis espaldas, según me advirtieron cuando les conté del proyecto que consideraron no precisamente un proyecto fácil de enfrentar, y temiendo, luego me confesarían cuando llegaron a La Habana, que me expusiera a algún peligro estando solo. Debo decir que tener amigos es un tesoro invaluable, y a quienes me refiero son para mí un regalo de Dios en la Tierra. Con ellos me pude dar el gusto de placeres tan saludables como el de abrir de par en par las ventanas del Hotel Ambos Mundos, para dejarse invadir de pronto por la brisa de la bahía, mientras trepa desde la bruma la silueta de la Catedral de La Habana; en el cuarto 511 de ese hotel de la calle Obispo -en pleno centro histórico- que el propio Ernest Hemingway había calificado como “un buen lugar para escribir”, y luego salir caminando unos pasos hasta El Floridita, para probar los daiquiris Papá, y seguir un agradable paseo por las calles adoquinadas hasta los mojitos de La Bodeguita de Enmedio, y felices del mundo salir por las calles olorosas de café y tabaco, cantando a viva voz. Nadie nos molestó jamás. Ni un policía ni un vecino se acercó si no era requerido para responder nuestras preguntas por una dirección o indicar un sitio. Debo aquí anotar que mi disposición afectuosa a la isla venía desde antes: otros dos amigos muy queridos me habían enseñado a querer a Cuba como tierra propia: el primer actor Frank Moro, que hizo una importante carrera en México y Estados Unidos, quien ya no está con nosotros, y cuya amistad me honró, así como Ninón Sevilla, que es, según creo, la más alta estrella que aporta Cuba al cine mundial, y mantiene una carrera vigente en telenovelas. Con Ninón somos amigos hace muchos años: cuando llegué a vivir a México contratado por revista Vogue, ella me encontró el departamento que sería mi hogar por muchos años, en las esquinas de Londres y Dinamarca en el Distrito Federal; desde un comienzo Ninón fue una de mis hadas protectoras, y lo sigue siendo hasta ahora. Entonces, cuando visité Cuba lo hice sabiendo que pisaba la tierra en que habían nacido personas cuya cercanía ha sido una bendición en mi vida.
Confesé a mis amigos que me complicaba el escribir este guión, a pesar de que tenía dos razones poderosas para aceptarlo: Alina Fernández nunca se refiere mal de Fidel Castro, quien en lo que a mi respectaba en el contexto histórico era el personaje principal del guión, y, segundo, por ella misma, pues me parece que Alina es una personalidad más allá de ser la hija de Fidel, y rescatando los hechos de su vida en Cuba donde estuvo casi toda su vida, a su manera hizo cuanto pudo por su pueblo, donde era bloqueada por partida doble: por las condiciones que embargaban la isla y por la policía secreta que su padre le impuso siempre siguiendo sus pasos. Pero, sabía que debía enfrentarme a mi propia conciencia al retratar para el mundo una época histórica fundamental de nuestra civilización. Siguiendo los deseos de mi corazón decidí entregar la decisión a Dios y me puse en Sus manos. Fue entonces cuando ese agente de los estudios en Hollywood me llamó bastante descorazonado para informarme que Alina Fernández había cedido finalmente los derechos de sus memorias a Artist Relations Group, una empresa nueva de películas que se inicia haciendo audiciones y relaciones públicas para la industria de cine, agradeciendo mi disposición para ver el material y viajar a la isla, lo que para ellos significó una pérdida de inversión y tiempo, y para mi fue una experiencia única.
El caso es que debo decir aquí que en ningún país he podido conversar en las aulas académicas con más comunistas que en Estados Unidos. He llegado a creer que si alguna vez en el futuro renace el comunismo como sistema de gobierno, perfeccionado, sin olvidar sus raíces cristianas, ese país es Norteamérica, donde hoy por hoy existen al menos los más importantes teóricos al respecto. Por supuesto que son más quienes catalogan de utopía una posible sociedad sin clases. Pero hay quienes en verdad creen posible un estado de cosas y un medio para vivir donde no existe dominación ni explotación ni ningún tipo de violencia, una sociedad en que todos son libres de buscar y elegir el desarrollo pleno de la persona inspirada en el respeto mutuo. Por supuesto que afirmar que “la violencia es el motor de la historia humana” es una idea marxista obsoleta y no se podría llegar al estado final de no-violencia anhelado por Marx, según su tesis de la lucha de clases. Es evidente que los actuales regímenes que se apoyan en Marx no corresponden ni cercanamente a los anhelos suyos. Porque el objetivo final de Marx y Engels era la no-violencia concebida como única solución para alcanzar el pleno desarrollo, objetivo que excusaba la violencia para llegar a un estado de no-violencia que corresponde a la idea última del hombre como final de la historia, lo que siempre ha sido una idea vaga para quienes han seguido lo que inspiraron libros como “El Manifiesto Comunista” y “El Capital”, y hoy luchan en una dimensión nueva en el plano internacional, por la oposición de países “en desarrollo”, que se consideran explotados por la burguesía capitalista internacional de los países “desarrollados”.
En el futuro más cercano que lejano, gracias a la conexión mundial que ha posibilitado la red de internet, sin dudas que deberá florecer con mayor fuerza el ideal de una sociedad sin clases, en el sentido que, según los términos de Engels, hay que desarrollar las fuerzas productivas “en todo su esplendor” para que sea posible hacer participar a todos los miembros de la sociedad humana en los beneficios de la producción, de la civilización y de la cultura, con las mismas oportunidades para todos y una participación adecuada y justa a todos en los productos sociales y en la dirección (en lo económico y en lo político), en que no es noble quien hereda un título sino aquel que se comporta como tal. Dirigidos por lo que Marx explica como una entidad estatal en una sociedad sin clases, totalmente subordinada a toda la sociedad humana y al servicio de ella y de su bien común. Algo que, por supuesto, ahora más que nunca, al menos técnicamente, estamos preparados para entender cuando estamos comunicados por la red virtual.
Si el error de Marx y Engels fue apoyar si es necesario la violencia para llegar a la no-violencia, lo que en vez de acercarlos a sus deseos los alejaba, porque está dicho por Jesucristo que “el que usa la espada, perece por la espada”, otros hacen francamente de la violencia como medio de acción, citando, por ejemplo el anarquismo, que es un grupo con una organización interna estricta que no se auto proclama como anarquista, y que considera a los demás grupos revolucionarios de izquierda o de derecha como “aburguesados”. Es así, por no carecer de una identidad pública, que se han colgado de ser anarquistas casi todos los grupos revolucionarios, de izquierda o de derecha, que utilizan la violencia como medio para conseguir sus objetivos.. Con pensadores y activistas previos como William Godwin o Gustavo de Molinari,
el anarquismo se desarrolla en el siglo XIX primero con la obra de Pierre-Joseph Proudon, para luego expandirse y fortalecerse llegando las primeras discusiones en la Primera Internacional Comunista, especialmente con la militancia y el pensamiento de Mijail Bakunin (1814-1876) y Piotr Kropotkin (1842-1921). Este último era un teórico, que defendía una organización social de tipo comunista, pero sin organización estatal. El considerado verdadero inspirador del anarquismo es Bakunin, que luego fue excluido de la Internacional Comunista por el mismo Marx, contrario al radicalismo de acción violenta anarquista, que se ha difundido un poco en todas partes.
En el continente americano el anarquismo tiene precursores nativos como Henry David Thoreau (1817-1852) y otros,
que formarán una tradición individualista de mercado que luego hará contacto con las ideas europeas; posteriormente y relacionada con la migración europea anarco socialista se da en Norteamérica el evento pionero del 1 de mayo de 1886, que hasta ahora se celebra como Día del Trabajador. Henry David Thoreau plantea en 1848 en su obra “Desobediencia Civil” una tesis que lo llevará a la cárcel por incitar a la desobediencia civil en un apasionado alegato en defensa de los derechos individuales frente al poder del Estado; afirma que “aquellos que desaprueban el carácter y los procedimientos de un Gobierno y sin embargo le prestan su adhesión y apoyo, son sin dudas su más concienzudo sostén y por lo mismo el obstáculo más serio para cualquier reforma”. Sostiene cierto sentido incluso en llegar a ser encarcelado por oponerse a la injusticia: “allí deben ir a parar el esclavo fugitivo, el prisionero mexicano en libertad condicional, y el indio que viene a denunciar los abusos que se cometen contra su raza; así confinados estarán en un ambiente más libre y honorable, allí donde el estado pone a los que no están con él; la cárcel es el único recinto en un Estado esclavo donde un hombre libre puede conservar su honra. Si alguien piensa que su influencia se perdería allí y que su voz no alcanzaría a llegar a oídos del Estado, o que no llegaría a ser considerado enemigo dentro de sus murallas, será porque no habrá llegado a comprobar hasta qué punto la verdad es más fuerte que el error, ni cuánto más capaz de combatir la injusticia será aquél que la haya sufrido en su propia persona. Es preciso no conformarse con poder depositar un voto en la urna: hay que reforzar lo que queremos con toda nuestra convicción. Una minoría importa cuando está conformada al parecer de la mayoría (en que no es siquiera una minoría), pero es irresistible cuando carga todo su peso en la balanza. Si se pone al Estado en el dilema de encarcelar a todos los hombres íntegros, o renunciar a la guerra y la esclavitud, el Estado no vacilará en lo que debe preferir”.
Los anarquistas tienen una fuerte influencia de Juan Jacobo Rousseau (1713-1788), cuando afirma que el individuo es bueno por naturaleza y es la sociedad (o el Estado y sus instituciones) quien destruye su felicidad. Afirma que al aparecer la sociedad, el hombre comienza a perder la libertad y las desigualdades comienzan a ganar terreno cuando se establece el derecho de propiedad y la autoridad para salvaguardarlo. En que la sociedad es un engaño, los hombres se unen supuestamente para defender a los débiles pero en realidad lo que hacen, es defender los intereses de los más ricos. Afirma que el primer paso es la transformación del individuo mediante la educación. Predica una nueva modalidad de Contrato Social que devuelva al hombre su estado 'natural' sin que por ello deba dejar de pertenecer a una comunidad; contrato social basado en el establecimiento de “una forma de asociación (...) mediante la cual cada uno, al unirse a todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí mismo y quede tan libre como antes”. Es un pacto de la comunidad con el individuo y del individuo con la comunidad. Cada uno de los asociados se une a todos y a ninguno en particular. Este pacto, crea la “voluntad general” que ni es arbitraria ni se confunde con la suma de las voluntades egoístas de las voluntades individuales de los particulares. Entonces aparece el concepto de soberanía, que encarna la voluntad general, la cual es inalienable, nunca se delega, así el gobierno no es sino un ejecutor de la ley que emana de la voluntad general, y puede ser siempre substituido. Rousseau entiende establecer de este modo simultáneamente, la soberanía popular y la libertad individual. Porque, al hacer contrato con la comunidad, cada individuo está realizando también un contrato consigo mismo, en tanto que al obedecer a la "voluntad general", está siguiendo su propia voluntad. Rousseau fue el ilustrado que más influyó en los ideales que inflamaron la Revolución Francesa de 1789, y a los comunistas del siglo XIX, así como a los anarquistas quienes de él rescatan su creencia de que el mayor logro de la humanidad es la libertad del individuo para poder expresarse y actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder, sea terrena o sobrenatural, por lo que instan abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio por la autonomía de los hombres y la esclavitud económica. Así, afirman que combatir al Estado como entidad que reprime la auténtica libertad económica y personal de todos los ciudadanos se convierte en una necesidad inmediata y la desaparición de cualquier gobierno se considera un objetivo revolucionario a corto plazo. La doctrina anarquista original impone para su acción una sola limitación olvidada por los grupos auto proclamados anarquistas: la prohibición de causar perjuicio a otros seres humanos, y de esta limitación nace otro presupuesto ideológico básico que se olvida en los grupos que utilizan al nombre de anarquistas: si cualquier humano intenta hacer daño a otros, todos los individuos bien intencionados tienen derecho a organizarse contra él.
En Sudamérica se difundió el anarquismo a través de inmigrantes europeos llegados a Buenos Aires, entre quienes destacaron Ericco Malatesta y Pietro Gori. En 1890, el inmigrante español Manuel Chinchilla creó las primeras organizaciones anarquistas entre los obreros tipógrafos de Valparaíso y Santiago de Chile. En un comienzo la organización no fue concebida como mera herramienta de lucha contra la patronal, sino también como auténtica universidad popular, en las cuales estudiaban, se practicaba la solidaridad y donde prefiguraban el mundo en el que querían vivir. En Chile, tuvo en Santiago un prendimiento inmediato, uniéndose los anarquistas a los profesores de oratoria hablando a viva voz con los vecinos en la Plaza de Armas, ubicados en sentido contrario al que ocupan los jugadores de ajedrez, costumbres que hasta ahora se mantienen extendidas a la primera calle de Ahumada hasta la esquina con Huérfanos. En este contexto de organización y de agitación, nacen los primeros núcleos de actividad anarquista, que incentivan universidades populares como el Centro de Estudios "Rebelión", editores del primer periódico chileno declaradamente anarquista, "El Rebelde", en 1898, que inicia la publicación de prensa anarquista pionera, como El Ácrata, La Campaña, Agitación, La Antorcha, El Alba... En 1908, en Antofagasta, se agrupa el Centro de Estudios Sociales "Luz y Vida", que edita su informativo del mismo nombre hasta 1917. En 1911 aparece otro medio de influencia anarquista en Valparaíso, llamado "La Batalla". Más tarde aparecerá "La Verba Roja" (1918), y un sinnúmero de periódicos de gremios de influencia anarquista, que algunos explican por ser el gremio de impresores pioneros anarquistas en Chile, desde la influencia misma de fray Camilo Henríquez, editor de “La Aurora de Chile”, cuyos escritos hasta ahora son lecturas históricas anarquistas.
(Fragmento de “Perspectiva de la No-Violencia”)
(c)Waldemar Verdugo Fuentes, 2009

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