26 de octubre de 2009

PERSPECTIVA DE LA NO-VIOLENCIA.

PERSPECTIVA DE LA NO-VIOLENCIA.

Por Waldemar Verdugo.

La no-violencia es una fuerza cargada de energía positiva. Una fuerza revaluada en el siglo XX de la mano de personas como Mohandas Karamchand Gandhi y Martin Luther King, expresada en una forma concreta de actuar saliendo al camino cruzando posiciones que parecían infranqueables, iniciando una vía común para enfrentar el problema agudo de la violencia francamente instalada en nuestra sociedad. Hemos heredado un mundo de violencia. La condición natural pareciera justificar esta herencia, ya que nada es posible alcanzar en ningún plano de la vida sin tensión y lucha. Nuestro instinto de conservación nos inclina generalmente a la paz, pero la historia es una cadena de violencia que contradice ese espíritu vital, que ha estado enhebrado por procesos económicos, sociales y políticos marcados por la violencia. Para una mentalidad cristiana, la incongruencia es evidente. Sin embargo, las tesis violentistas son seductoras, especialmente para la juventud, que luego advierte que los logros más valiosos han sido productos de negociaciones en tiempos de paz, porque las armas están en poder de los más poderosos, que no son, precisamente, los trabajadores y el hombre nuestro de cada día. Transformar los métodos de lucha violentos por no-violentos es transformar al hombre adentro, porque significa destruir el modelo primitivo de conducta basado en responder violencia con violencia, lo que es un modelo instintivo que debe transformarse en un modelo lógico con sus raíces en la historia evolutiva del hombre, desde donde brotan cada vez más. La lucha no-violenta exige una base metafísica, porque exige una disposición de completa convicción de que los resultados serán mejores si no respondemos mal con mal, posición orientada como manifestación personal de la creencia en una verdad trascendente.
Las raíces de la no-violencia están instaladas muy atrás en la historia. Desde la sociedad ateniense hasta la sociedad medieval estructurada de acuerdo a los principios cristianos, se puede reconocer una trayectoria cantando a la no-violencia, siendo la ley del amor universal la base racional del mundo clásico en todo el planeta, de acuerdo a los libros sagrados que conocemos de las diversas religiones, en que, por ejemplo, el hinduismo basa toda su fuerza de búsqueda de la verdad a través de la no-violencia, reivindicada cada vez más ahora cuando iniciamos un nuevo milenio y podemos observar con madurez que nos estremece los desastres causados en el pasado inmediato, por ejemplo, considerando los resultados de dos conflictos bélicos mundiales cuyos ecos aún arrastramos. Ahora cuando estamos asistiendo a una transformación de la mano del gran mestizaje que trae la red que tejemos virtualmente por Internet comunicado todo el mundo, en que la muchedumbre humana si bien fue precipitada muchas veces por caminos de violencia repugnante, de por sí innecesaria y, por eso, ilegítima, parece encaminarse con naturalidad hacia sus propias fuentes espirituales de rescatar lo vivo sobre todas las cosas, que es más atrayente de acuerdo a lo que vemos tras la ventana abierta que tenemos en la pantalla virtual.
Hasta ahora, las sociedades humanas eran cerradas, luchando cada una por su subsistencia y por extender su dominio sobre otras. Ahora, el derribamiento cada vez más extendido de fronteras y los tratados pioneros de libre comercio entre las regiones, nos acercan cada vez más a buscar soluciones comunes que se harán un día universales. En este sentido, por ejemplo, la violencia de las guerras dejarán de ser “naturales” por las necesidades de proteger territorio o apropiarse de bienes ajenos. El gran mestizaje humano nos hará cada vez más civilizados, hasta crear las condiciones necesarias para acabar con la violencia de nuestra sociedad. Para muchos estudiosos la guerra ha sido un fenómeno normal en las relaciones entre los pueblos, pero lo cierto es que fueron el resultado del afán de los gobernantes (reyes, dictadores, gobiernos democráticos o de izquierda o de derecha) de aumentar su poder político y riquezas, inspirados por la llamada tentación del poder, mal que suelen sufrir los políticos, y que en la práctica ha ocasionado catástrofes y muertes de pueblos enteros. Violencia precipitada que no sólo ha sido utilizada entre los pueblos, porque los mismos malos gobernantes, a veces ilegítimos, emplearon sus armas contra su mismo pueblo, por el mismo afán de poder o porque correspondía a las costumbres, que la comunicación actual suaviza cada vez más, cuando podemos saber exactamente en qué punto del planeta se produce una matanza pudiendo intervenir cada vez la sociedad humana conectada de hoy. Lo que parecía natural en ciertas partes del planeta a comienzos del siglo XX ahora nos parecen una barbaridad, en cien años las cosas cambiaron radicalmente. Es el caso de la pena de muerte, por ejemplo, para los considerados criminales, que era considerado un castigo natural y necesario, y que hoy es repudiada como algo indigno de una sociedad civilizada. Por supuesto que las conquistas de la civilización cambian, evolucionan, y que la lucha contra la violencia es algo de siempre y de cada época. Que los regímenes totalitarios modernos han instaurado nuevos métodos de crueldad más refinados que los del pasado y por lo menos tan inhumanos, como el enriquecimiento ilícito en desmedro de cubrir las necesidades de las gentes, males que subsistirán hasta que no hayamos crecido de tal forma, que seamos capaces de lograr una transformación más radical, la que anuncia la red virtual.
Hasta ahora “dominación” ha significado explotación y violencia, resultando crueldad del más fuerte contra el más débil, en una escalada que va de la esclavitud al régimen feudal y a la burguesía tradicional y económica, quizás regímenes inevitables en la historia de la evolución social, en que también hubo amos, reyes y patrones que trataron a sus súbditos humanamente, por eso podemos citarlo ahora. Pero, resabios de violencia institucionalizada están aún vivos. Hay que reconocer que existen aún Estados o estructuras sociales que no corresponden a la evolución de las necesidades de las fuerzas sociales y actúan solo perpetuando privilegios de minorías oligárquicas, que explotan a los grupos dominados, lo que, visto desde ciertos puntos de vista, es aún la tónica mundial dominante, en que es impensable la expresión política independiente de la religión, porque si un político se retrata como un ateo está apelando al aspecto religioso de la sociedad. Todos los grandes pensadores religiosos han tenido también una clara idea política. Si pensamos en figuras tan enormes de la humanidad como Jesucristo, parece indisoluble la política de la religión. Su ideario político era: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, sublime inspiración: ¿para qué decir más ahora? Cercano a nuestra época, otro gran revolucionario como fue Mohandas Karamchand Gandhi (al que en India nombraban Mahatma, que significa Alma Grande, como quedó en la historia universal) originó su vida en la religión hindú y expresó políticamente la no-violencia como destino de su obra, en magnífica fusión. El Mahatma Gandhi (1869-1948) en su libro “Historia de mis experiencias con la verdad” expresa que es también el amor ("ahimsa") su arma política, y se nos aparece totalmente dominado por aquel sentimiento de bondad y de afectuosa dulzura que es la nota dominante de su pensamiento. El padre de Gandhi era funcionario estatal de grado elevado y su madre conservaba una fe religiosa apasionada y operante que se remontaba a las antiguas y sagradas tradiciones brahmánicas e hindúes. Después de haber seguido en su patria un curso regular de estudios y cuando tenía cerca de veinte años, se traslada a Londres por tres años donde perfecciona estudios jurídicos. Trasladado en 1893 al África meridional, se dedicó a realizar la obra de redención y de elevación moral y social de muchos millares de indios allí residentes. Numerosas y variadas fueron sus obras; instituyó colonias agrícolas y hospitales, y, sobre todo desde entonces, trató de eliminar las castas y religiones que dividían a su pueblo. En sus relaciones y en sus inevitables choques con las autoridades gubernativas de Sudáfrica inauguró un método de lucha, o mejor de resistencia que mantenía el respeto a la persona humana y evitaba la revuelta armada; y ya en África, en 1906, puso en práctica el "satyagraha" ("obstinación por la verdad"), conocido con el nombre de "resistencia pasiva" y parte del ideario político de los actuales movimientos no violentos de la actualidad. Regresó a finales de 1914 a la India, y a partir de este año, Gandhi fue prácticamente el jefe del movimiento nacionalista, enarbolando al principio la simple "autonomía", que toma su base de la "autonomía económica" a la que se llega mediante la "no colaboración" y después con la "desobediencia civil", que pasa a ser en fin el símbolo de la "independencia nacional" ("svaraj"). Actuó políticamente siguiendo medios que estaban en neto contraste con la práctica dominante, consideró despreciable el principio según el cual el fin justifica los medios, principio que desde muchos siglos antes se exaltaba y ponía en práctica común. En un intento de conseguir la paz religiosa de toda India, la vida de Gandhi en su país muestra una ininterrumpida serie de episodios durante los cuales continuó su actividad política, con pausas más o menos largas pasadas en duras prisiones. Sus repetidos y dolorosos ayunos (realizó dieciséis, el último de ellos pocos días antes de su fin ) eran la prueba de una completa entrega a su causa y consiguieron la devoción de los trabajadores; su palabra apasionada los entusiasmaba, sus plegarias y sus invocaciones recitadas en público, conmovían y arrebataban al auditorio.
El Mahatma Gandhi era cercano religiosamente al cristianismo, porque consideraba que era natural el orden sobrenatural, y lo considera base de creencia necesaria fundamental incluso para el hombre que actúa formalmente correcto. Como lo plantea el doctor Jesús Ginés Ortega: “Poseer a Dios es la gran preocupación de Gandhi, que entiende dicha “posesión” como algo individual pero también social. Si Gandhi ora, no lo hace sólo pensando en una intimidad contemplativa que lo limita en el goce personal. Por el contrario, su oración es una comunicación con el mundo a través de Dios. Es, como él mismo lo reconoce, su propia respiración. No concibe que haya alguien verdaderamente sensato y equilibrado que pretenda vivir por su cuenta y riesgo sin tener en cuenta a Dios. Ese tal es como un barco a la deriva, sin timón, es un hombre que vive sin principios. Cuando Gandhi se refiere a la religión, en términos genéricos, no se refiere a una religión en concreto. Para él la religión trasciende cualesquiera diferencia específica. Pues religión no quiere decir sectarismo, sino creencia en un orden moral que gobierna al Universo, que trasciende al hinduismo, al islamismo, al cristianismo, que no tiene sustituto posible. Ella los armoniza y les da auténtica vida, concluyendo que una religión que está en conflicto con las leyes fundamentales de la economía, es mala. Una religión que no tiene para nada en cuenta las cuestiones de índole práctica y no ayuda a resolverlas, no es una religión”. Este sentido fundamental del Mahatma Gandhi lo lleva a construir una de las bases de su convivencia ciudadana entre todos aquellos hombres de buena voluntad, sin obligarlos a participar del mismo credo religioso. Principio de tolerancia que le nace a Gandhi de la misma religión: “Si obedeces a la ley del amor, no odiaremos ni al hermano irreligioso... Si me pidieran definir el dogma del hinduismo, diría simplemente que es buscar la verdad por medios no violentos, una fe abierta a todas las posibilidades metafísicas y éticas del hombre”. Percibiendo en este principio las palabras de Jesucristo a la samaritana, cuando le dice que llega el tiempo en que a Dios no se le adora en un templo, sino en “espíritu y verdad”. Digamos que fue enorme la admiración de Gandhi por Jesucristo, a quien llega a considerar como modelo supremo, el príncipe de los políticos, el más grande economista de su tiempo, un no colaboracionista, el más activo de los resistentes no violentos de la humanidad.
“¿Qué es la verdad?”, se pregunta Gandhi, para responderse a sí mismo: “Es una pregunta difícil. La he resuelto diciendo que es lo que nos dicta la voz interior”. Para él cada hombre es él y su interioridad, donde se le revela un aspecto del misterio global de la verdad. Así, nadie puede ser intérprete total del ser, porque todos somos partícipes, protagonistas y antagonistas al mismo tiempo. Por eso anuncia como regla de oro la “mutua tolerancia”, porque la verdad suprema es compartida por todos, pues en todas las religiones hay una sincera búsqueda así como una conciencia de revelación verdadera, que sólo en la unión convergente brota el ser total, la sustancia verdadera humana; que no es un pensamiento abstracto, desarraigado de la realidad, por el contrario, es la reencarnación del hombre concreto donde adquiere su relieve y valor formado de comportamiento y acción, de carne y espíritu. El pilar fundamental de Gandhi, por supuesto, viene del antiguo hinduismo, uno de cuyos grandes principios es el llamado “Ahimsa”, lo que está privado de hacer el mal; no dañar vida alguna; no usar la violencia, principio también afirmado particularmente por Buda. Para Gandhi: “La no-violencia es mi primer artículo de fe; es también el último artículo de mi credo. En que la libertad del mundo, forma ciertamente, parte de la búsqueda de la verdad”. En que la fe es una roca firme donde se arraigan la totalidad de los pensamientos y acciones del hombre no-violento. Porque lo que es imposible o enormemente difícil para el hombre, la fe en Dios lo hace posible, y para mantener una estrecha relación con Dios, es necesaria la oración, que no es una simple petición: “Es una aspiración del alma”, por eso se trata de practicar esta fe de corazón, aunque sea sin palabras. Porque el silencio no es un vacío sino pura plenitud estratégica revolucionaria que insinúa hablar sólo cuando las palabras sean tan dulces como el silencio, instando a sus interlocutores a buscar por sí mismo la respuesta adecuada en su propia reflexión. La obra de transformación social, política y económica la presenta así Gandhi también como una obra de relación espiritual con Dios a través de una relación respetuosa con el semejante.
Hace muchos años, en Buenos Aires acompañé al maestro Jorge Luis Borges a cobrar unos derechos de autor que le debían en una editorial. Le pagaron con un cheque que fuimos a cambiar al banco y luego volvimos a su departamento en la calle Maipú; él tenía la costumbre de dejar dinero entre las páginas de sus libros ubicados escrupulosamente en la biblioteca, que no era una habitación en especial de su casa, sino anaqueles en las paredes, donde una mesa sencilla diaria en un rincón de la sala le servía de comedor, porque él vivía muy sobriamente. Entonces estaba viva aún su madre, doña Leonor Acevedo de Borges, a quien conocí dos años antes de que se devolviera a la distancia y era una anciana muy dulce: ambos eran atendidos por la señora Epifanía Uveda de Robledo, a quien los Borges llamaban “Fanny” de cariño, luego de haberlos servido más de treinta años; era también quien atendía los almuerzos familiares, cuando le visitaban Norah Borges, hermana del escritor, y su familia; y era quien atendía a quienes, como quien esto escribe, llegaban a verlo. Debo decir que muchas veces tomé desayuno o almorcé con el maestro Borges atendido con la excelente disposición que la señora Fanny siempre tenía: vaya en su agradecimiento este recuerdo. El maestro Borges me hizo mejor, yo tenía veinte años y era un estudiante extranjero con quien él fue esencialmente protector: me regaló un par de zapatos y una máquina de afeitar eléctrica que era lo más lujoso que tenía, también, cuando se daba cuenta que yo andaba sin dinero, me mandaba a abrir un libro específico de su biblioteca y me decía que tomara algo que me había dejado allí, y que lo tomara como un intercambio de valor por valor, por la lectura que le hacía de cosas que necesitaba leer o por tomarle algún apunte que me dictaba. Algunas veces me regaló paquetes con libros que a él le enviaban y que no le habían gustado, que eran envueltos con mucho cuidado por doña Fanny, diciéndome él que los vendiera en la librería de usados y que me dejara lo que dieran: así lo hacía y nunca guardé uno de esos libros. Cuando salíamos, a veces estábamos mañanas enteras conversando en el café Florida o en el de la Galería del Este frente a su departamento, o en el café El Cisne de la calle Charcas: siempre él estaba preocupado de que junto a mi café comiera un sandwich, aunque él mismo rara vez comía fuera de su casa. En su hogar el maestro Borges, era de lo más austero, no tenía televisión, ni tocadiscos ni radio, sólo libros muy precisos, vivían con lo justo él y su madre y no necesitaban más. Alguna vez le oí decir que era una canallada vivir con el lujo que algunos lo hacen, existiendo gentes sin tener qué comer.
A mi entender, Jorge Luis Borges era un asceta, y una lectura de su obra desde este punto de vista entregará insospechados conceptos. A la manera que caracteriza la obra, justamente del Mahatma Gandhi, que exalta la idea y práctica de la no-posesión. Para los no-violentistas tener más de lo necesario es un atentado a la humanidad, es contrario a la verdadera revolución en que la posesión mayor que la necesaria para todos distrae de la actividad esencial que es de orden espiritual. En todos los grandes hombres y mujeres que han abogado por la no-violencia vemos un ejemplo de austeridad. Cuando Gandhi escribe a sus discípulos desde la cárcel, anota enfáticamente: “Es un robo tomar algo que pertenece al prójimo, incluso con el permiso del dueño, cuando no se necesita realmente. No siempre conocemos nuestras necesidades reales, y gran parte de nosotros multiplicamos nuestras necesidades sin justificación; de esta manera nos convertimos inconscientemente en ladrones... El rico posee montones de cosas superfluas que no necesita y, por tanto, descuida y derrocha, mientras que millones de personas mueren de hambre por falta de alimentos. Si cada uno guarda lo que necesita, a nadie le faltará nada, contentándose cada uno con lo suyo. Si queremos ser auténticos adeptos de la no-violencia, no hemos de desear nada de esta tierra que no pueda tener el más mísero de los seres humanos”. Para Gandhi, si bien la propiedad más allá de lo necesario constituye un robo, la ausencia de trabajo también lo es, porque el trabajo justifica la responsabilidad del hombre en la sociedad. Al respecto, el mismo Gandhi se reconoce deudor de fuentes cristianas, reconociendo que en su lectura de Leon Tolstoi descubrió la validez universal del trabajo, como medio de comunicación con Dios y los hombres. Ganarse el pan con el sudor de la frente lo entendió como una revelación y como un principio elemental de conciencia humana. En que no está ajeno el dejar de trabajar si es necesario, porque el “satyagraha” da como un derecho reconocido desde tiempo inmemorial, el que todo individuo puede negar su colaboración al amo que gobierna mal. Porque nadie está obligado a envilecerse. La no-cooperación a la manera planteada por Gandhi es más que un movimiento político; es una conducta de purificación que pertenece al orden de las realidades religiosas, es un arma espiritual, es borrarse a sí mismo en el orden de relación con Dios a través del trabajo, a manera de expresar la pasión por la verdad y la confianza en que el hombre debe entender porque está preparado para ser mejor.
(Fragmento)
(c)Waldemar Verdugo Fuentes, 2009.

EL PASTOR NEGRO.

EL PASTOR NEGRO.

El Mahatma Gandhi inspiró felizmente a líderes mundiales como el pastor negro cristiano Martin Luther King (1929-1968), el líder negro que revalidó en América el mismo espíritu que hizo posible la independencia de la India. La elección de Barack Obama en 2008 como presidente de Estados Unidos, en gran medida, ha sido posible gracias a la lucha que en su momento sostuvo el pastor Luther King con su movimiento de igualdad de razas, quien en su libro “Fuerza del amor” afirma: “Todo el concepto de Gandhi sobre el satyagraha, tenía para mi un significado profundo. Al irme adentrando cada vez en la filosofía gandhiana, mi escepticismo sobre el poder del amor disminuía progresivamente; llegué a comprender por primera vez que la doctrina cristiana del amor puesta en práctica por el método de Gandhi de la no-violencia, es una de las armas más potentes de que puede disponer un pueblo oprimido en su lucha por la libertad. La Biblia y las enseñanzas de Jesús me han dado el significado de la resistencia pasiva; las técnicas de su puesta en práctica las he tomado de Gandhi”. El objetivo de su vida fue la liberación de los negros en la sociedad norteamericana a través de la no-violencia, en que mucho influyó la política de Gandhi, a quien el pastor negro vuelve a citar en su obra “Por qué no podemos esperar” cuando afirma que “la tradición religiosa del negro nos preparó para la resistencia no-violenta similar a la de los cristianos primitivos que constituyó una ofensiva moral de una potencia tan arrolladora que conmovió al imperio romano. En su propio siglo la ética no-violenta del Mahatma Gandhi y de sus seguidores amordazó los cañones del Imperio Británico y liberado del colonialismo a más de trescientos cincuenta millones de personas, cuando la no-violencia en forma de boicot y de protesta quebrantó la monarquía británica y preparó así la plataforma para la ulterior liberación de las colonias de una dominación injusta”. La revolución no-violenta del pastor Luther King transcurrió en Estados Unidos de dulce y amargo. Fue un camino duro pero fructífero. Uno de los sucesos más sombríos para el líder negro fue el que vivió en 1936, cuando en Viernes Santo fue a parar a la cárcel de Birmingham, enfrentado a justificar una de sus acciones no-violentas ante el soberbio concejal Bull Connor, represor de los hombres de color, y también ante sus amigos negros y compañeros sacerdotes cristianos y demás pastores, que lo hubieran preferido más discreto, según narra la situación en una memorable carta que escribe desde la prisión, el 16 de abril de ese año (fragmentos): “Mientras me hallo recluido aquí, me llegó la calificación vuestra a mis acciones de poco hábiles e inoportunas. Son pocas las veces en que me detengo a responder críticas formuladas contra mi trabajo e ideas. Si tratase de contestar a todas las críticas, a mi no me quedaría ni un instante para realizar una tarea constructiva. Pero, como os creo hombres de intenciones fundamentalmente buenas y que vuestras críticas son sinceras, intentaré responder a vuestra declaración con unas pocas palabras... Estoy en la cárcel de Birmingham porque también está aquí la injusticia. Así como los profetas del siglo VIII antes de Cristo abandonaban sus pueblos y difundían su mensaje divino muy lejos de los límites de sus ciudades originarias; así como el apóstol Pablo dejó su pueblo y difundía su mensaje divino muy lejos de su pueblo más remoto, así me veo yo también obligado a difundir el Evangelio de la Libertad, allende los muros de mi ciudad de origen; soy consciente de la interrelación existente entre todas las comunidades y los Estados. No puedo permanecer con los brazos cruzados en Atlanta sin sentirme afectado por lo que en Birmingham acontece. La injusticia en cualquier parte que se cometa, constituye una amenaza para la Justicia en todas partes. Nos encontramos cogidos dentro de las ineludibles redes de la reciprocidad, unidos al mismo carro del Destino. Cualquier cosa que afecte a uno de nosotros directamente, nos afecta a todos indirectamente. Quienquiera que viva dentro de las fronteras de los Estados Unidos tiene derecho a que no se vuelva a considerar nunca más forastero en el territorio de la nación. Deploráis las manifestaciones que tienen lugar aquí, pero todavía es más lamentable que la estructura del poder blanco de la ciudad no dejase a la comunidad negra otra salida que ésta. Toda campaña no-violenta tiene cuatro fases básicas: primero, la reunión de los datos necesarios para determinar si existen las injusticias; luego, la negociación; después, la auto purificación; y, por último, la acción directa. Hemos pasado en Birmingham por todas estas fases. Hasta los seminarios para aleccionar sobre la no-violencia, donde nos preguntamos reiteradas veces: “¿Sabrás aceptar los golpes sin devolverlos?... La acción directa no-violenta trata de crear una crisis tal, y de originar tal tensión, que una comunidad que se ha negado constantemente a negociar se ve obligada a hacer frente a este problema, que ya no puede desconocer bajo ningún concepto. Podrá parecer raro que yo cite la creación de un estado de tensión como parte del trabajo que incumbe al resistente no-violento. Pero no me asusta la palabra “tensión”. No me dejaré de oponer siempre a la tensión violenta, pero existe una clases de tensión no-violenta necesaria para el crecimiento. Así como Sócrates creía que era necesario crear una tensión en la mente para que los individuos superasen su dependencia respecto de los mitos y de las semi verdades hasta ingresar en el recinto libre del análisis creador y de la evaluación objetiva, así también hemos de comprender la necesidad de la tensión social no-violenta creadora que sirve de acicate para que los hombres superen las oscuras profundidades del prejuicio y del racismo, elevándose hasta las alturas de la comprensión y de la fraternidad. La meta de nuestro programa de acción directa radica en crear una situación crítica que desemboque necesariamente en una salida negociadora. Sabemos por una dolorosa experiencia que la libertad nunca la concede voluntariamente el opresor. Tiene que ser exigida por el oprimido. Hace años que estoy oyendo esa palabra “Espera”. Suena en el oído de cada negro con penetrante familiaridad. Este “espera” ha significado casi siempre “nunca”. Tenemos que convenir con uno de nuestros juristas más eminentes en que “una justicia demorada durante demasiado tiempo equivale a una justicia denegada”. Estoy de acuerdo con San Agustín en que “una ley injusta no es tal ley”...
El pastor Luther King se pregunta: ¿Cómo se sabe si una ley es justa o no lo es? Y afirma, desde la cárcel de Birmingham, que “una ley justa es un mandato formulado por el hombre, que cuadra con la ley moral o la ley de Dios. Una ley injusta es una norma en conflicto con la ley moral. Para decirlo con palabras de Santo Tomás de Aquino: “Una ley injusta es una ley humana que no tiene su origen en la ley eterna y en el derecho natural. Toda norma que enaltece la personalidad humana es justa; toda norma que degrada la personalidad humana es injusta”. Los mandatos legales segregacionistas son injustos, porque la segregación deforma el alma y perjudica a la personalidad; da al que segrega una falsa sensación de superioridad, y al segregado una sensación de inferioridad asimismo falsa. La segregación acaba relegando las personas a la condición de cosas. Por eso, la segregación es, además de inadecuada política, económica y sociológicamente, moralmente equivocada... Algunas veces una ley es justa por su texto e injusta en su aplicación. Por ejemplo, se me arrestó por manifestarme sin permiso. Ahora bien: nada hay de malo en que exista una ordenanza que exija un permiso para manifestarse. Pero esta norma se vuelve injusta cuando es puesta al servicio de la segregación, porque simplemente no dejan manifestarse a los negros, denegando a todos los ciudadanos el derecho de reunión y protestas pacíficas... Bajo ningún concepto preconizo la desobediencia ni el desafío a la ley, que nos llevaría a la anarquía. El que quebranta una ley injusta tiene que hacerlo abiertamente, con amor, y dispuesto a aceptar la consiguiente sanción. Opino que un individuo que quebranta una ley injusta para su conciencia, y que acepta de buen grado la pena de prisión con tal de despertar la conciencia de la injusticia en la comunidad que la padece, está de hecho manifestando el más eminente respeto por el Derecho. Naturalmente no hay ninguna novedad en esta clase de desobediencia civil... la practicaron de modo soberbio los cristianos primitivos, que estaban dispuestos a enfrentarse con leones hambrientos, con el dolor insoportable de la tortura antes que someterse a ciertas leyes injustas del Imperio romano... Tengo que confesarles honradamente dos cosas, hermanos míos cristianos y judíos; tengo que confesar, primero, que en los últimos años he quedado profundamente desencantado del blanco moderado. Casi he llegado a la triste condición de que la rueda de molino que lleva amarrada el negro y que obstaculiza su tránsito hacia la libertad, no proviene del miembro del Consejo de Ciudadanos Blancos, o del Ku Klux Klan, sino del blanco moderado que antepone el “orden” a la justicia; que prefiere una paz negativa, que supone ausencia de tensión, a una paz positiva que entraña presencia de la justicia; quien dice siempre: “Estoy de acuerdo con el objetivo que usted se propone, pero no puedo aprobar sus métodos de acción directa”, que cree que puede fijar un plazo a la libertad del prójimo... Resulta mucho más desconcertante la aceptación tibia que el rechazo sin límites... Por lo demás, los que seguimos la senda de la acción no-violenta no somos quienes creamos la tensión. Nos limitamos a traer a la superficie la tensión oculta que se hallaba en estado latente desde mucho antes. La sacamos a la luz, porque así se la puede ver y actuar en consecuencia”. Las luchas inspiradas por el pastor negro comenzaron con insignificantes boicots a los almacenes del pueblo que trataban de mal modo a los vecinos negros que llegaban a comprar, pero el primer esfuerzo del pastor negro era llevar a sus militantes a “examinar y bruñir las armas fundamentales: su corazón, su conciencia, su valor y su sentido de la justicia. Podemos hacernos libres a nosotros mismos”. El primer día del mes de diciembre del año 1955, la empleada negra Rosa Parks se niega a ceder el asiento a un blanco en un bus en la ciudad de Montgomery. Es arrestada. Los negros se rebelan con furia, pero Luther King los convence de iniciar una resistencia pasiva frente a la injusticia: el boicot a los buses. Los negros comienzan a ir a su trabajo a pie o en los automóviles de otros negros, que los transportan gratuitamente. Las autoridades creen que el hecho es una protesta aislada, pero a los cincuenta días de resistencia, los buses recorren vacíos las calles y la compañía sufre pérdidas millonarias. Así, las autoridades deciden actuar contra Luther King y, acusado de conducir su vehículo a 50 k/h en una calle en que la velocidad máxima permitida era de 40 k/h, es arrestado y conducido a la cárcel, donde escribe: “Nunca había tenido problemas con la policía, no sabía que querían de mí. Cuando me detuvieron y el furgón policial partió velozmente, comencé a orar: sabía que podían llevarme fuera de la ciudad y dejarme medio muerto al borde de una carretera. Recuperé el ánimo cuando vi el letrero luminoso de la Prisión de la ciudad. Menos mal. La prisión no me asusta”. La noticia de su arresto despertó a los negros que se ubicaron en las afueras de la prisión, cubriendo las calles circundantes, silenciosos pero en actitud amenazante, lo que obligó al alcaide a ponerlo en libertad. Las autoridades de Montgomery, entonces, se valen de un juez complaciente, quien declara que el transporte en vehículos particulares realizado por los negros en esta campaña, es ilegal. Se cita a Luther King, quien apela de esta decisión a la Corte Suprema, que declara inconstitucional la segregación racial en los buses, y en diciembre de 1956 la decisión final entra en vigencia: en el primer bus integrado sube el pastor negro Luther King, un pastor blanco, y Rosa Parks, marcando una acción no-violenta insigne entre las que marcan el inicio del fin de la segregación racial en Estados Unidos. En 1962, en Alabama, el pastor negro incita a no comprar en los establecimientos que ostentan emblemas segregacionistas, y algunos negocios disminuyeron sus ventas en un cuarenta por ciento.
El año 1963 conmovió al mundo negro libre. En Estados Unidos continuaba la segregación a pesar de ser ese año el centenario de la cancelación de la esclavitud en el país, firmada por el legendario presidente Abraham Lincoln. Pero la realidad era que la segregación había llegado a un punto insostenible, la renta de los negros era la mitad de los blancos en un mismo empleo, el negro americano veía que en otros continentes había Estados negros que alcanzaban su independencia política, y en las Naciones Unidas hombres de Estado de color daban su voto en asuntos que tenían influencia en todo el mundo, mientras ellos aún no tenían derecho a voto en muchas ciudades de su país, seguían excluidos de muchos restaurantes, lineas de transporte, centros de diversión, universidades; ellos seguían segregados y humillados y es cuando Martin Luther King se levanta como uno de los más fuertes líderes mundiales simbolizando la pura indignación de su raza, que ha entendido que “el enemigo con el que se enfrentaba el negro dejó de ser el individuo que le había estado sujetando a la opresión, para convertirse en el sistema defectuoso que permitía esta actitud por parte del individuo”. Sofocando otros líderes de color que preconizaban la violencia porque estaba aferrado a la idea fija de que la violencia no puede ser frenada con violencia. Por eso propone sin dudas la acción, pero no una acción que sea copia de la acción del materialismo dominante, sino una acción inspirada en la no-violencia del amor, la única posible de romper la espiral de violencia humana. Decía él: “La no-violencia es un arma poderosa y justa; es un arma sin comparación en la historia, que corta sin herir y ennoblece a quien la esgrime. Es la espada que sana. Respuesta moral a la vez que práctica a la petición negra de justicia; la acción directa no-violencia demostró poder ganar victorias sin perder guerras”.
El 22 de noviembre de 1963, el mundo libre y en especial Estados Unidos reciben con tristeza la noticia del asesinato del Presidente J.F. Kennedy en Dallas. El pastor negro de él había recibido el mayor apoyo en su lucha por acabar con la segregación racial, cuya influencia seguiría más allá: a comienzos de 1964 el Congreso norteamericano aprueba la “ley de derechos civiles” como un homenaje a la memoria de Kennedy. También ese año Martin Luther King recibe el Premio Nobel de la Paz, “por haber sostenido con firmeza y continuamente el principio de no-violencia”, y recibe el apoyo decidido a su causa del Papa Paulo VI, quien compromete desde entonces como posición el apoyo de todos los católicos a su causa de acabar con la segregación racial en el mundo, hecho que aún está lejos de acabarse, y hace de estas figuras pioneras una fuente de inspiración vigente. En una época en que se ve tanta segregación racial que uno llega a pensar que sólo seremos una sola raza cuando encontremos (o nos encuentren) seres extraterrestres y entonces pasemos a ser “nosotros y ellos”. .
Lo cierto es que la aplicación estructurada de violencia en la historia de la humanidad ha suscitado, inevitablemente, reacciones violentas. Usando términos políticos, la violencia reaccionaria ha generado violencia revolucionaria. Las revueltas de esclavos contra los amos es anterior a Cristo, que cuando vino al mundo capturó con su mensaje a muchos de los contrarios al violento régimen romano; en la Edad Media, revueltas de campesinos o siervos contra los señores, son a lo que representan en la historia contemporánea las revoluciones sociales contra clases dominantes o regímenes opresores, que surgen como reacción a algún tipo de violencia. La historia nos ha enseñado que la violencia genera mas violencia que cuesta miles de vidas humanas hasta ahora, muchas veces amparados por una mala interpretación de ideologías, como sucedió con el marxismo comunista, o en ideologías que hacen de la violencia el medio principal de su acción, como el anarquismo.
“La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases”, es una de las primeras frases del “Manifiesto Comunista” (publicado por Marx y Engels en 1848) y contiene la tesis principal marxista respecto a la diferencia de clases, uno de los aspectos esenciales de esta filosofía social, que, si bien presenta formulaciones obsoletas hoy día (como la de que las sociedades humanas se dividieron siempre en dos clases: los opresores, o clase dominante, y la de los oprimidos, o clase dominada, que se considera simplista y superada por la evolución social y tecnológica), también rescata formulaciones perfecta (que algunos hermanan con el cristianismo, no por nada al comunismo se le llamó en sus comienzos “el nuevo cristianismo”) como la que enuncia que el hombre oprimido, el proletariado, tiene una misión en cierto sentido mesiánica: la de lograr, a través de su propia emancipación, la libertad definitiva de la sociedad entera de todo antagonismo de clase. Desafortunadamente se ha puesto en práctica esta intención utilizando la violencia para llevar a cabo lo que podría ser una revolución final, de destruir la clase dominante, de instaurar un nuevo Estado y de preparar de esta manera el advenimiento de la sociedad sin clases. Es decir, quienes han utilizado el marxismo, a la manera inmemorial política, han utilizado al pueblo como carne de cañón, en varios aspectos, como ser directamente en la guerra o sin preparar al oprimido y exigiéndole con resultados inmediatos enfrentar una acción para la cual no tiene el conocimiento que a otros tomó años lograr.
Al respecto es un caso señero lo que vivimos en Chile a partir de 1970, cuando asumió el gobierno el doctor Salvador Allende y muchas industrias nacionalizadas que quedaron en poder de los obreros terminaron quebradas porque el trabajador no estaba preparado para tomar a su cargo la producción, no tenía preparación cultural para asumir la responsabilidad de ser dueño del producto de su trabajo. Lo que se unió al abandono de sus puestos de trabajo, de uno y otro bando, para asistir a las diarias manifestaciones públicas, que desencadenó un caos de suministro básico absoluto, lo que despertó el mercado negro, el favoritismo, el sabotaje, y culminó en 1973 cuando toma el poder el general Augusto Pinochet y una junta militar de gobierno, utilizando la violencia como pocas veces se vio en el siglo XX. Los que vivimos ese 11 de septiembre no podíamos creer que nadie podía salir de sus casas mientras era bombardeado el Palacio de La Moneda. Por supuesto que en el fracaso del marxismo en Chile intervinieron poderes oscuros que involucraron, como después hemos ido sabiendo, gobiernos e intereses extranjeros, los propios intereses de los privados en el país, otras ideologías y extremistas, pero es cierto que si los trabajadores hubiesen estado preparados para asumir el momento histórico que significaba al ascensión al poder en forma señera de un presidente marxista elegido por votación popular, si hubiésemos estado preparados, quizás hoy esa época no sería recordada como la más dolorosa de nuestra historia.
Tampoco en Rusia ni en China (considerando los ejemplos más importantes) existía un proletariado como Marx tenía previsto. Simplemente porque, aún hoy, no existe el desarrollo necesario e inevitable de poseer de la fuerza revolucionaria que podría llevar a cabo el acto revolucionario comunista. Entonces ocurrió lo que hemos visto: Lenin, primero, y luego Mao Tse Tung cambiaron la teoría original comunista; Lenin confiriendo al Partido y dentro del Partido a los dirigentes, que debían reemplazar en cierto modo a “las fuerzas de producción unidas y conscientes” necesarias que no existían en la Rusia zarista, y Mao Tse Tung, en un país donde el proletariado industrial era casi inexistente, y el campesino pasivo y totalmente disperso, entonces, reemplazó, sin más, el proletariado marxista (resultado de un proceso económico) por la fuerza militar del ejército popular chino, formado y dirigido por comisarios políticos, que desempeñan el papel de agentes revolucionarios. Así ha ocurrido en todas las naciones comunistas, donde no ha sido o es el proletariado el que dirigió o dirige la revolución o el Estado marxista, sino los dirigentes del Partido, quienes se arrogan (más o menos a la fuerza) la representación de todos los trabajadores. Debemos distinguir la filosofía de Marx y Engels de la práctica que se le ha dado, llámese marxismo-leninismo, militarismo de Mao predicando que “el marxismo salvará a China”, o el comunismo castrista contemporáneo.
(Fragmento de “Perspectiva de la No-Violencia”)
(c)Waldemar Verdugo Fuentes, 2009.

LA ALFABETIZACION COMO PRINCIPIO.

LA ALFABETIZACIÓN COMO PRINCIPIO.

La herramienta esencial de la no-violencia es la educación, y de esta la alfabetización. En nuestros países de América el único que ha adelantado al respecto en estos últimos cincuenta años es Cuba, que tiene el menor número de analfabetos (una tasa de menos de un cuatro por ciento conformado por personas mayores de sesenta años). De Fidel Castro se ha escrito más que de ningún otro político latinoamericano, se le ha abordado de casi todas las formas comunes y se utilizarán otras más allá de nosotros. Hace unos pocos años, el agente de proyectos de uno de los estudios de cine para quienes suelo escribir en Norteamérica me habló indicándome que se comunicarían conmigo ciertas personas, que deseaban contratarme para escribir un guión basado en la vida de Alina Fernández, la hija rebelde de Fidel Castro, quien vive en Miami, y cuya historia tenían proyectada para una cinta internacional. Así fue como me hablaron y, antes de decidir, solicité que me enviaran el material de información que tenían: me hicieron llegar la versión publicada de las memorias de Alina, editadas por Plaza & Janes (1997, 258 páginas), y una copia de la versión original que había entregado la autora, que eran unas mil páginas en total. Leí el material y les propuse un cuestionario para que hicieran llegar a Alina, especificando algunas cosas que estaban relacionadas más que nada con reafirmar fechas históricas y hechos en que fue protagonista. A los pocos días, me hicieron llegar unas ocho horas de grabación respondiendo mis preguntas, en que se notaba la total predisposición de ella para responder de la más completa forma posible cuanta referencias necesitáramos para escribir el guión.
Entonces visité Cuba para andar las calles que retrata Alina. Solicité unos días allí a mi libre albedrío, para intentar detener cualquier poder ajeno que pudiera alejarme de mi solo deseo de visitar La Habana más que nada por caminarla, dejarme estar en ella más allá de un par de obligaciones de abrir mis ojos para retratar lo más fielmente posible una esquina, un local, una plaza o el Malecón. Tuve el alto honor de conocer a Natalia Revuelta, una de las reinas madres de la Revolución cubana: hablé con ella en una ocasión, un par de horas, más que suficientes para entender porqué esta mujer ha sido el amor más permanente en la vida de Fidel Castro. La madre de Alina Fernández, “Naty” como le dicen en Cuba, es excepcional y por supuesto nunca lo suficientemente reconocida: al final sus contactos por ser de familia educada con ancestros aristocráticos, y sus joyas, dieron forma a los primeros actos revolucionarios. No por nada, de profesión abogada y políglota ella fue quien enviaba siempre comida y libros a Fidel cuantas veces este debió escapar a la Sierra o estuvo en la cárcel. Con una mirada penetrante de sus ojos verdes muy claros, perfectamente arreglada con sus labios de rojo carmesí, “parece una fuerza de la naturaleza” como la define Alina en sus Memorias, vestida de blanco impecable, Natalia Revuelta dijo: “A mi edad, he cumplido ochenta años, puedo decir que siempre he sido algo más que la amante de Fidel y la madre de su hija Alina. Para Fidel su proyecto revolucionario siempre estuvo sobre su vida personal. Y en cierta medida, para mi también ha sido así: me lo saqué del corazón y lo puse en mi cabeza; ahora lo veo como un ser de gran dimensión al que sigo respetando. Soy cubana, por eso soy una mujer resistente, porque los cubanos hemos resistido todo. He trabajado cuanto he podido por la revolución de mi país; si naciera de nuevo, lo haría igual. Y, en lo que a mi respecta, si hemos esperado más de cincuenta años para que nos levanten el bloqueo internacional, perfectamente podemos esperar otros cincuenta, en que se nos ha impedido vender el fruto de nuestra tierra y nuestro trabajo, negándonos suministros, para disminuir los salarios reales y monetarios, “a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”, que son palabras oficiales que te recito de un documento oficial de 1960".
Natalia Revuelta se refiere a un memorándum del gobierno norteamericano
desclasificado en 1991, y que describe el objetivo último del embargo o bloqueo contra la isla. En el documento, del 6 de abril de 1960, un año antes de la invasión organizada por los Estados Unidos contra Cuba, el entonces Subsecretario de Estado Adjunto para los Asuntos Interamericanos, Lester Dewitt Mallory, escribió las siguientes palabras discutidas en una reunión encabezada por el entonces presidente Dwight D. Eisenhower: “No existe una oposición política efectiva en Cuba; por tanto, el único medio previsible que tenemos hoy para enajenar el apoyo interno a la Revolución, es a través del desencanto y el desaliento, basados en la insatisfacción y las dificultades económicas. Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba. Negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Fue la misma táctica para destrozar las funciones del gobierno de Salvador Allende utilizadas contra Chile, donde, por ejemplo, el desabastecimiento y el mercado negro surgieron de inmediato. Y es bajo esta política de bloqueo a una isla que nacieron y han vivido las dos terceras partes de la población cubana, quienes han tenido que padecer, sobrevivir y desarrollarse en las particularmente difíciles condiciones que imponen las superpotencias buscando el aniquilamiento de la resistencia, y que ha de quedar como ejemplo de fortaleza, dignidad y soberanía de la nación cubana; en noviembre de 2008, la resolución condenatoria del bloqueo que desde 1992 presenta Cuba a la Asamblea General de Naciones Unidas obtuvo una votación inédita: 185 votos a favor, con los votos en contra de Estados Unidos, Israel y Palau. Pero las Naciones Unidas son un referente, no una obligación.
Para Natalia Revuelta, “en Cuba se ha desarrollado la maquinaria ideológica mas violenta de la historia contemporánea, más de medio siglo sistemático de sufrimientos y muertes de niños y personas inocentes, por la privación de medicamentos, de materias primas , de tecnología y en general de las condiciones propicias para el terrorismo internacional que han desplegado en territorio cubano las otras naciones. Sin embargo los cubanos somos los únicos latinoamericanos que no tienen niños muriendo de hambre, ni viviendo en la calle, ni comiendo de la basura. Tenemos alrededor de un noventa y cinco por ciento de la población alfabetizada, con prácticamente el 100 por ciento de la población infantil escolarizada, lo que es un logro cubano ante el mundo, aunque mis relaciones con el régimen no son de los mejores, con la Revolución educacional permanecen intactos. Yo les he dicho que existe ineptitud para resolver problemas, que acepten que hemos cometido errores. Hay cosas que se deben mejorar. Educación gratuita, medicina gratuita, vivienda gratuita, pero, ¿cuánto gana un cubano en moneda nacional? Casi nada. Por ejemplo, una persona con carrera universitaria, un doctor, especialista muy bien preparado en tratar... niños, gana menos de veinte dólares americanos al mes. Es verdad que las condiciones en que estamos impide aspirar a una vida mejor. Cualquier persona trabajando podría aspirar a una vida mejor, con dedicación y sacrificio, pero en la esperanza de una mejor condición de vida. En cincuenta años de gobierno revolucionario el pueblo cubano tiene acceso a todo gratis, a cambio de su trabajo que es remunerado con un salario irrisorio. No tenemos salida mientras no podamos comercializar y movernos libremente con el mundo. Yo le dije a Fidel que era una época de cambio, que levantara las fronteras y pudiera salir o entrar quien quisiera hacerlo, que mucho se ha hecho y eso deberá reconocerlo el mundo, pero que estaría bien ampliar las libertades para el desarrollo privado, les dije que explotaran el turismo de nuestra maravillosa isla, pero me dijeron que debían seguir fieles a su posición y nunca se doblegarían ante el capitalismo. Y se enemistaron conmigo. Me dio risa, jamás miedo. En 1994 sucedió algo que me molestó. Como combatiente del Moncada siempre fui a los actos del 26 de julio como tal, pero ese año una persona me dijo que esperase en la presidencia mientras los otros combatientes aparecían bajando la escalinata. Pregunté por qué. "Son las instrucciones, compañera", me respondió. Pero yo había ido allí para estar con mis compañeros y no precisamente para sentarme en la presidencia, así que rompí la invitación ante su mirada y no fui más. Casi no salgo, pero escucho radio y veo televisión. Igual, en el fondo de mi corazón siento que hemos luchado solos, somos un pueblo que vive inmolado creyendo que lo más valioso es la dignidad del hombre por sobre todas las cosas. Pero también siento que de nuestras cenizas ha de brotar una idea posible para una civilización nueva, justa y acogedora para todos.”
Anduve libremente las calles de La Habana. Me acompañaron los últimos cuatro días dos amigos que viajaron desde México para cuidar mis espaldas, según me advirtieron cuando les conté del proyecto que consideraron no precisamente un proyecto fácil de enfrentar, y temiendo, luego me confesarían cuando llegaron a La Habana, que me expusiera a algún peligro estando solo. Debo decir que tener amigos es un tesoro invaluable, y a quienes me refiero son para mí un regalo de Dios en la Tierra. Con ellos me pude dar el gusto de placeres tan saludables como el de abrir de par en par las ventanas del Hotel Ambos Mundos, para dejarse invadir de pronto por la brisa de la bahía, mientras trepa desde la bruma la silueta de la Catedral de La Habana; en el cuarto 511 de ese hotel de la calle Obispo -en pleno centro histórico- que el propio Ernest Hemingway había calificado como “un buen lugar para escribir”, y luego salir caminando unos pasos hasta El Floridita, para probar los daiquiris Papá, y seguir un agradable paseo por las calles adoquinadas hasta los mojitos de La Bodeguita de Enmedio, y felices del mundo salir por las calles olorosas de café y tabaco, cantando a viva voz. Nadie nos molestó jamás. Ni un policía ni un vecino se acercó si no era requerido para responder nuestras preguntas por una dirección o indicar un sitio. Debo aquí anotar que mi disposición afectuosa a la isla venía desde antes: otros dos amigos muy queridos me habían enseñado a querer a Cuba como tierra propia: el primer actor Frank Moro, que hizo una importante carrera en México y Estados Unidos, quien ya no está con nosotros, y cuya amistad me honró, así como Ninón Sevilla, que es, según creo, la más alta estrella que aporta Cuba al cine mundial, y mantiene una carrera vigente en telenovelas. Con Ninón somos amigos hace muchos años: cuando llegué a vivir a México contratado por revista Vogue, ella me encontró el departamento que sería mi hogar por muchos años, en las esquinas de Londres y Dinamarca en el Distrito Federal; desde un comienzo Ninón fue una de mis hadas protectoras, y lo sigue siendo hasta ahora. Entonces, cuando visité Cuba lo hice sabiendo que pisaba la tierra en que habían nacido personas cuya cercanía ha sido una bendición en mi vida.
Confesé a mis amigos que me complicaba el escribir este guión, a pesar de que tenía dos razones poderosas para aceptarlo: Alina Fernández nunca se refiere mal de Fidel Castro, quien en lo que a mi respectaba en el contexto histórico era el personaje principal del guión, y, segundo, por ella misma, pues me parece que Alina es una personalidad más allá de ser la hija de Fidel, y rescatando los hechos de su vida en Cuba donde estuvo casi toda su vida, a su manera hizo cuanto pudo por su pueblo, donde era bloqueada por partida doble: por las condiciones que embargaban la isla y por la policía secreta que su padre le impuso siempre siguiendo sus pasos. Pero, sabía que debía enfrentarme a mi propia conciencia al retratar para el mundo una época histórica fundamental de nuestra civilización. Siguiendo los deseos de mi corazón decidí entregar la decisión a Dios y me puse en Sus manos. Fue entonces cuando ese agente de los estudios en Hollywood me llamó bastante descorazonado para informarme que Alina Fernández había cedido finalmente los derechos de sus memorias a Artist Relations Group, una empresa nueva de películas que se inicia haciendo audiciones y relaciones públicas para la industria de cine, agradeciendo mi disposición para ver el material y viajar a la isla, lo que para ellos significó una pérdida de inversión y tiempo, y para mi fue una experiencia única.
El caso es que debo decir aquí que en ningún país he podido conversar en las aulas académicas con más comunistas que en Estados Unidos. He llegado a creer que si alguna vez en el futuro renace el comunismo como sistema de gobierno, perfeccionado, sin olvidar sus raíces cristianas, ese país es Norteamérica, donde hoy por hoy existen al menos los más importantes teóricos al respecto. Por supuesto que son más quienes catalogan de utopía una posible sociedad sin clases. Pero hay quienes en verdad creen posible un estado de cosas y un medio para vivir donde no existe dominación ni explotación ni ningún tipo de violencia, una sociedad en que todos son libres de buscar y elegir el desarrollo pleno de la persona inspirada en el respeto mutuo. Por supuesto que afirmar que “la violencia es el motor de la historia humana” es una idea marxista obsoleta y no se podría llegar al estado final de no-violencia anhelado por Marx, según su tesis de la lucha de clases. Es evidente que los actuales regímenes que se apoyan en Marx no corresponden ni cercanamente a los anhelos suyos. Porque el objetivo final de Marx y Engels era la no-violencia concebida como única solución para alcanzar el pleno desarrollo, objetivo que excusaba la violencia para llegar a un estado de no-violencia que corresponde a la idea última del hombre como final de la historia, lo que siempre ha sido una idea vaga para quienes han seguido lo que inspiraron libros como “El Manifiesto Comunista” y “El Capital”, y hoy luchan en una dimensión nueva en el plano internacional, por la oposición de países “en desarrollo”, que se consideran explotados por la burguesía capitalista internacional de los países “desarrollados”.
En el futuro más cercano que lejano, gracias a la conexión mundial que ha posibilitado la red de internet, sin dudas que deberá florecer con mayor fuerza el ideal de una sociedad sin clases, en el sentido que, según los términos de Engels, hay que desarrollar las fuerzas productivas “en todo su esplendor” para que sea posible hacer participar a todos los miembros de la sociedad humana en los beneficios de la producción, de la civilización y de la cultura, con las mismas oportunidades para todos y una participación adecuada y justa a todos en los productos sociales y en la dirección (en lo económico y en lo político), en que no es noble quien hereda un título sino aquel que se comporta como tal. Dirigidos por lo que Marx explica como una entidad estatal en una sociedad sin clases, totalmente subordinada a toda la sociedad humana y al servicio de ella y de su bien común. Algo que, por supuesto, ahora más que nunca, al menos técnicamente, estamos preparados para entender cuando estamos comunicados por la red virtual.
Si el error de Marx y Engels fue apoyar si es necesario la violencia para llegar a la no-violencia, lo que en vez de acercarlos a sus deseos los alejaba, porque está dicho por Jesucristo que “el que usa la espada, perece por la espada”, otros hacen francamente de la violencia como medio de acción, citando, por ejemplo el anarquismo, que es un grupo con una organización interna estricta que no se auto proclama como anarquista, y que considera a los demás grupos revolucionarios de izquierda o de derecha como “aburguesados”. Es así, por no carecer de una identidad pública, que se han colgado de ser anarquistas casi todos los grupos revolucionarios, de izquierda o de derecha, que utilizan la violencia como medio para conseguir sus objetivos.. Con pensadores y activistas previos como William Godwin o Gustavo de Molinari,
el anarquismo se desarrolla en el siglo XIX primero con la obra de Pierre-Joseph Proudon, para luego expandirse y fortalecerse llegando las primeras discusiones en la Primera Internacional Comunista, especialmente con la militancia y el pensamiento de Mijail Bakunin (1814-1876) y Piotr Kropotkin (1842-1921). Este último era un teórico, que defendía una organización social de tipo comunista, pero sin organización estatal. El considerado verdadero inspirador del anarquismo es Bakunin, que luego fue excluido de la Internacional Comunista por el mismo Marx, contrario al radicalismo de acción violenta anarquista, que se ha difundido un poco en todas partes.
En el continente americano el anarquismo tiene precursores nativos como Henry David Thoreau (1817-1852) y otros,
que formarán una tradición individualista de mercado que luego hará contacto con las ideas europeas; posteriormente y relacionada con la migración europea anarco socialista se da en Norteamérica el evento pionero del 1 de mayo de 1886, que hasta ahora se celebra como Día del Trabajador. Henry David Thoreau plantea en 1848 en su obra “Desobediencia Civil” una tesis que lo llevará a la cárcel por incitar a la desobediencia civil en un apasionado alegato en defensa de los derechos individuales frente al poder del Estado; afirma que “aquellos que desaprueban el carácter y los procedimientos de un Gobierno y sin embargo le prestan su adhesión y apoyo, son sin dudas su más concienzudo sostén y por lo mismo el obstáculo más serio para cualquier reforma”. Sostiene cierto sentido incluso en llegar a ser encarcelado por oponerse a la injusticia: “allí deben ir a parar el esclavo fugitivo, el prisionero mexicano en libertad condicional, y el indio que viene a denunciar los abusos que se cometen contra su raza; así confinados estarán en un ambiente más libre y honorable, allí donde el estado pone a los que no están con él; la cárcel es el único recinto en un Estado esclavo donde un hombre libre puede conservar su honra. Si alguien piensa que su influencia se perdería allí y que su voz no alcanzaría a llegar a oídos del Estado, o que no llegaría a ser considerado enemigo dentro de sus murallas, será porque no habrá llegado a comprobar hasta qué punto la verdad es más fuerte que el error, ni cuánto más capaz de combatir la injusticia será aquél que la haya sufrido en su propia persona. Es preciso no conformarse con poder depositar un voto en la urna: hay que reforzar lo que queremos con toda nuestra convicción. Una minoría importa cuando está conformada al parecer de la mayoría (en que no es siquiera una minoría), pero es irresistible cuando carga todo su peso en la balanza. Si se pone al Estado en el dilema de encarcelar a todos los hombres íntegros, o renunciar a la guerra y la esclavitud, el Estado no vacilará en lo que debe preferir”.
Los anarquistas tienen una fuerte influencia de Juan Jacobo Rousseau (1713-1788), cuando afirma que el individuo es bueno por naturaleza y es la sociedad (o el Estado y sus instituciones) quien destruye su felicidad. Afirma que al aparecer la sociedad, el hombre comienza a perder la libertad y las desigualdades comienzan a ganar terreno cuando se establece el derecho de propiedad y la autoridad para salvaguardarlo. En que la sociedad es un engaño, los hombres se unen supuestamente para defender a los débiles pero en realidad lo que hacen, es defender los intereses de los más ricos. Afirma que el primer paso es la transformación del individuo mediante la educación. Predica una nueva modalidad de Contrato Social que devuelva al hombre su estado 'natural' sin que por ello deba dejar de pertenecer a una comunidad; contrato social basado en el establecimiento de “una forma de asociación (...) mediante la cual cada uno, al unirse a todos, no obedezca, sin embargo, más que a sí mismo y quede tan libre como antes”. Es un pacto de la comunidad con el individuo y del individuo con la comunidad. Cada uno de los asociados se une a todos y a ninguno en particular. Este pacto, crea la “voluntad general” que ni es arbitraria ni se confunde con la suma de las voluntades egoístas de las voluntades individuales de los particulares. Entonces aparece el concepto de soberanía, que encarna la voluntad general, la cual es inalienable, nunca se delega, así el gobierno no es sino un ejecutor de la ley que emana de la voluntad general, y puede ser siempre substituido. Rousseau entiende establecer de este modo simultáneamente, la soberanía popular y la libertad individual. Porque, al hacer contrato con la comunidad, cada individuo está realizando también un contrato consigo mismo, en tanto que al obedecer a la "voluntad general", está siguiendo su propia voluntad. Rousseau fue el ilustrado que más influyó en los ideales que inflamaron la Revolución Francesa de 1789, y a los comunistas del siglo XIX, así como a los anarquistas quienes de él rescatan su creencia de que el mayor logro de la humanidad es la libertad del individuo para poder expresarse y actuar sin que se lo impida ninguna forma de poder, sea terrena o sobrenatural, por lo que instan abatir todo tipo de gobierno, luchar contra toda religión o secta organizada, en cuanto que éstas representan el desprecio por la autonomía de los hombres y la esclavitud económica. Así, afirman que combatir al Estado como entidad que reprime la auténtica libertad económica y personal de todos los ciudadanos se convierte en una necesidad inmediata y la desaparición de cualquier gobierno se considera un objetivo revolucionario a corto plazo. La doctrina anarquista original impone para su acción una sola limitación olvidada por los grupos auto proclamados anarquistas: la prohibición de causar perjuicio a otros seres humanos, y de esta limitación nace otro presupuesto ideológico básico que se olvida en los grupos que utilizan al nombre de anarquistas: si cualquier humano intenta hacer daño a otros, todos los individuos bien intencionados tienen derecho a organizarse contra él.
En Sudamérica se difundió el anarquismo a través de inmigrantes europeos llegados a Buenos Aires, entre quienes destacaron Ericco Malatesta y Pietro Gori. En 1890, el inmigrante español Manuel Chinchilla creó las primeras organizaciones anarquistas entre los obreros tipógrafos de Valparaíso y Santiago de Chile. En un comienzo la organización no fue concebida como mera herramienta de lucha contra la patronal, sino también como auténtica universidad popular, en las cuales estudiaban, se practicaba la solidaridad y donde prefiguraban el mundo en el que querían vivir. En Chile, tuvo en Santiago un prendimiento inmediato, uniéndose los anarquistas a los profesores de oratoria hablando a viva voz con los vecinos en la Plaza de Armas, ubicados en sentido contrario al que ocupan los jugadores de ajedrez, costumbres que hasta ahora se mantienen extendidas a la primera calle de Ahumada hasta la esquina con Huérfanos. En este contexto de organización y de agitación, nacen los primeros núcleos de actividad anarquista, que incentivan universidades populares como el Centro de Estudios "Rebelión", editores del primer periódico chileno declaradamente anarquista, "El Rebelde", en 1898, que inicia la publicación de prensa anarquista pionera, como El Ácrata, La Campaña, Agitación, La Antorcha, El Alba... En 1908, en Antofagasta, se agrupa el Centro de Estudios Sociales "Luz y Vida", que edita su informativo del mismo nombre hasta 1917. En 1911 aparece otro medio de influencia anarquista en Valparaíso, llamado "La Batalla". Más tarde aparecerá "La Verba Roja" (1918), y un sinnúmero de periódicos de gremios de influencia anarquista, que algunos explican por ser el gremio de impresores pioneros anarquistas en Chile, desde la influencia misma de fray Camilo Henríquez, editor de “La Aurora de Chile”, cuyos escritos hasta ahora son lecturas históricas anarquistas.
(Fragmento de “Perspectiva de la No-Violencia”)
(c)Waldemar Verdugo Fuentes, 2009