8 de noviembre de 2008

De Resiliencia.

DE RESILIENCIA Y ENERGÍA.
La Resiliencia es el proceso de adaptarse bien y superar la adversidad, las amenazas o fuentes de tensión que nos impactan a veces en la vida. Se aprende la resiliencia en un proceso que requiere tiempo y atención pues compromete a la persona a adoptar conductas, pensamientos y acciones para lograrla. Una manera de graficarla es comparándola con un mono porfiado: se cae cuando le pegan, pero vuelve a levantarse, sin daño. No es una característica que la persona tiene o no tiene: mediante dedicación todos pueden desarrollar resiliencia, y a todos le resultará mucho más sencillo de lo que imaginan. Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades, sino que sabe superarlas, especialmente aquellas señaladas como TEPT, que es un trastorno de estrés pos traumático que, según cálculos estimados, sufre una persona al menos dos veces en su vida. Es un tipo de problema relacionado con la ansiedad humana. Puede ocurrir después de una experiencia traumática, como un desastre natural o un accidente que amenaza la vida de la persona, o por una pérdida de ser amado o luego de descorrer un velo y descubrir un hecho que nos impacta profundamente. Es decir, la vida está llena de sorpresas y una persona lo comprueba, al menos, unas dos veces en su experiencia, con sus respectivos síntomas.
Un síntoma del TEPT es cierta impotencia, y la ubicación exacta del resorte que lo produce en nuestro sistema se desconoce, aunque sabemos que implica factores sicológicos, genéticos, físicos y sociales involucrados, que crean el trastorno que nos produjo el hecho cambiando la respuesta de nuestro cuerpo ante la situación, al afectar las hormonas de estrés y los neurotrasmisores, estos químicos que trasmiten la información entre los nervios. El TEPT dificulta el afrontar y reponerse al trauma y con frecuencia sus efectos se sienten meses después de ocurrido el hecho. Los síntomas son tener escenas retrospectivas en la mente del hecho traumático, apartarse de la gente que se lo recuerda, no ser capaz de recordar partes del suceso, no sentir nada o sentirse completamente desconectado de los demás, dificultad para dormir, estado irritable, enojo, pérdida de la autoestima, actuación que afecta el desempeño laboral o la interacción social, temor a estar solo, a perder el control en un lugar público, temor a estar en lugares de difícil salida, permanencia solitaria en el hogar por periodos prolongados de tiempo o su contrario: temor a estar solo en el hogar, sentimiento de indiferencia o alejamiento de los otros, sentimiento de abandono, sensación de que el cuerpo es irreal, dependencia de los demás, ataque de pánico inusitado, sentir que el medio ambiente es irreal, temperamento inusual o agitación o miedo a la muerte o a volverse loco o desinterés por la vida, consumo de alcohol o drogas para combatir la ansiedad. No todos estos síntomas denuncian el TEPT, pero si cualesquiera de ellos persisten se debe buscar la solución. Que la persona desarrolle o no este trastorno depende siempre de la fuerza con la que se le enfrente, por decir así, depende de la calidad de la fe con la que uno soluciona los problemas en la vida.
En cuanto a ejercicios efectivos para lograr resiliencia y superar cualquier trastorno de estrés pos traumático, una técnica recomendada por el viejo Carlos Castañeda era lo que se ha llamado “desensibilización sistemática”, que recomienda la utilización de la calma a través de la relajación y uso de la imaginación para enfrentar los componentes del hecho traumático, poco a poco enfrentando lo ocurrido con la perspectiva del presente, hasta concentrarse en las cosas que realmente importan y que se relacionan con el aquí y el ahora, “a lo pasado pisado” decía el maestro Castañeda. Tomando medidas para mejorar la autoestima y el entrenamiento en destrezas sociales pueden ser de utilidad. Desarrollando la capacidad para hacer planes realistas siguiendo los pasos adecuados para llevarlos a cabo. Trabajando una visión positiva de sí mismo y confiando en nuestras fortalezas y habilidades, siendo uno mismo rescatando o creando relaciones de cariño y apoyo dentro y fuera de la familia, conviviendo con personas que provean modelos a seguir y que ofrezcan estímulo y seguridad.
Algunos relacionan la resilencia con la fe y es así como yo la veo, lo que no significa no actuar, es hacerlo brindado al acto de hacer. Es cierto que no se puede evitar que ocurran eventos que nos producen la sensación de estar viviendo una crisis con obstáculos insuperables, los que se deben aprender a enfrentar cambiando la manera de interpretarlos y la forma de como reaccionar ante ellos. Para esto hay que insistir en no quedarse pegado en el pasado, viendo el presente mirando hacia el futuro, pensando que este será mejor. Aceptando que el cambio es parte de la vida, y no es posible alcanzar ciertas cosas, enfocándonos en alcanzar las metas que podemos lograr aquí y ahora, y moviéndonos hacia ellas viendo aquellas cosas que podemos lograr para llegar, una cosa cada vez. Nuestras acciones deben ser decisivas, manteniendo tranquilidad ante la situación adversa. Tomar decisiones ante un posible TEPT intentando la resilencia es siempre mejor que ignorar los problemas y esperar que desaparezcan solos. Tomar decisiones es buscar oportunidades para descubrirse a si mismo, que en general como resultado de la lucha contra la adversidad la persona crece internamente y aprende a cuidarse externamente. Debemos confiar en nuestro instinto, manteniendo las cosas en perspectiva, aún enfrentados a eventos muy dolorosos, cuando es mejor intentar considerar la situación en un contexto más amplio, abriendo nuestra perspectiva a largo plazo si es necesario. Nunca perder la esperanza. Una visión optimista permite esperar que ocurran cosas buenas en la vida. Tratando de visualizar lo que se quiere, en vez de preocuparse por lo que se teme. Cuidando de nosotros mismos, prestando atención a nuestras necesidades y deseos, adoptando una actitud física de atención que nos prepara de inmediato ante una situación que nos aflige.
Otra forma de actuar enfrentando un TEPT intentando conseguir resiliencia es aprender a lidiar con aquellos que se nutren de la energía ajena, esas ciertas personas que se caracterizan por creer que el resto sólo existe para satisfacer sus necesidades. Son personas-esponja que no absorben agua, sino la energía ajena, tienen egos enormes y pueden estar en la casa de al lado, en el escritorio de la oficina más próxima, bajo el mismo techo e incluso compartiendo la misma cama. Personas que una vez que han ganado nuestra confianza y afecto, pueden quitarnos toda la energía emocional. Estas esponjas en general tienen el poder de la seducción, son personas conversadoras y gentiles, pero capaces de absorber todo el ánimo vital de quien esté más cerca. Con ellos se hace necesario definir límites y practicar la discreción, porque utilizan vínculos de carácter utilitario, siempre predominando la búsqueda de solucionar sus propias necesidades utilizando a los demás. Se dice que siempre hay uno cerca, y debemos estar alertas para reconocerles, lo que se consigue por su inconstancia, porque tienen dificultades para asumir compromisos, siempre buscan nuevas parejas y son inestables profesionalmente, viven de la dedicación de los otros, pero abandonan cuando consideran que obtuvieron lo que podían conseguir; son teatrales y planean cuidadosamente cada palabra y gesto, hacen cualquier cosa para ser el centro de la atención y adulan a sus superiores, con la estratega de lograr la confianza ajena, que una vez conseguida, está listo para utilizar en su favor. Se creen la persona más inteligente y talentosa, persiguen los símbolos de estatus y de poder, son de difícil trato y despliegue de autosuficiencia, nutriéndose de la destrucción de la auto estima ajena, pues poco a poco se sentirán en la obligación dada la confianza que nos tiene de advertirnos nuestros errores, que será cada uno de nuestros actos en su presencia. Estas personas-esponja son aquellas que a veces llegan de visita a tu hogar, se beben tu vino y comen tu pan y luego se quejan de que no tienes cigarrillos. Son personas obsesivas, no admiten pequeños errores y sienten gran placer al sacarlos en cara, desean que todos sean perfeccionistas no siendo cosa alguna suficiente para ellos, que creen que hay segundas intenciones en todo lo que otros dicen o hacen, porque creen que nada en la vida es obvio o simple, obligando a las personas que conviven con ellos a ser muy cuidadosos, así consumiendo la paciencia y energía de los otros.
Se dice que estas personas-esponja no tienen solución clínica ya que no consideran que sus conductas son anormales, sin embargo, entre ellos se encuentran esquizoides, paranoides, histriónicos, obsesivos y narcisistas, entre otros, rasgos que constituyen trastornos cuando son la forma normal de enfrentar al mundo. Porque no es menoscabo tener un poco de obsesión para llevar a efecto la labor iniciada, ser un poco histriónico para comunicarse y entretener a los amigos o un poco paranoico para estar alerta contra agresiones y conflictos, y cierto narcisismo suficiente que permita ser independiente de los grupos y de su confirmación. Siempre manteniendo cierto sentido ético de la vida, lo que será suficiente para detectar a estas personas negativas, a quienes una vez identificados se debe dar crédito a sus actos, pero no a sus palabras o promesas, no aceptando sus excusas interminables, estableciendo reglas de convivencia, no transformándose en su confidente, estar atento a sus segundas intenciones en lo que dice y hace, no dando crédito a los hechos que relata sin pruebas fehacientes, no esperando de una persona-esponja favor gratuito alguno, ya que siempre va a querer algo a cambio, y no caer en la tentación de escudarlos que la única manera de aprender es experimentando las consecuencias de nuestros propios actos. A lo más encomendarlos a Dios, que Dios así como salva el metal salva la escoria. Se dice que los seres vivos percibimos la realidad a través de la energía que nos permite existir, desplazarnos y estar en sintonía con el mundo que nos rodea. Se coincide en decir que esta energía es la materia prima que compone todo lo que existe, y que en cada ser se expresa en forma única, lo que es como bendición, aliento u origen de vida. Es la esencia que unifica todo lo que existe y a la vez lo hace único, y en lo que a nosotros respecta, encerrados en nuestra piel humana, tangible pero sensitiva y emocional. ¿Quién no ha sentido alguna vez? Esta energía es la que debemos cuidar que no nos sea absorbida por ciertas personas.
Somos aliento, transmutación, composición, origen, ciclo, renacimiento y evolución. Sabemos que esta energía trasciende de cada uno y nos rodea, ocupando un lugar en el espacio que es posible capturar en imagen a partir de las investigaciones del ilustre Semyon Dadidovich Kirlian y su esposa Valentina, que inventaron en 1930 la cámara necesaria para fotografiarlo, mejorada por otro investigador ruso ilustre, el doctor Konstantin Korotkov, del Departamento de Física de la Universidad Estatal de San Petersburgo, que ideó las cámaras computacionales GDV (Gas Discharge Visualization), que aporta pruebas suficientes para afirmar que esta cierta energía que rodea a los seres humanos posee características propias, que fluctúan de acuerdo con el estado de salud emocional, física y mental individual, imperceptible a muchos de los receptores sensoriales y perceptivos humanos, que en verdad sólo conocemos a nuestros semejantes como ellos a nosotros: a través de nuestras obras, tal cual está escrito: Por sus obras los conoceréis. Sin embargo, según me decía el doctor Octavio Barona en México, es posible que todos los animales inferiores tengan la capacidad de percibir esta energía individual que envuelve a cada persona, según es cada cual, en especial aquellos más cercanos al hombre, como perros, gatos y caballos. Para él era importante esta cierta relación entre el aura o energía que hermanaba a todos los seres desde un punto de vista espiritual y de igualdad, pero también le parecía que su mayor conocimiento a través de la tecnología y la experimentación era posible ocuparla como herramienta para diagnosticar cualquier enfermedad humana, porque es la fuerza vital, la existencia misma del cuerpo en nuestro paso por la vida, donde la almacenamos, la utilizamos, la desperdiciamos y de ella depende la capacidad de ejecutar cualquier acto, evento, pensamiento y demás, en que se incluye el todo y sus partes. Consideraba que la salud humana descansaba en el equilibrio de esta energía, y la ciencia debía ponerse al servicio de la búsqueda de este equilibrio sanador. A él se deben los primeros bocetos a partir de la cámara de los Kirlian, y que hoy inspiran máquinas como el TAC (Tomografía Axial Computarizada) y la resonancia magnética. Para el ilustre doctor Barona, en su campo de investigación, ocupaba un lugar importante el estudio de esta resiliencia a través del despertar de la energía individual, posible de medir y controlar, algo que lo llevó finalmente a vivir muchos años en China y acercarse al camino del Tao, el eterno no impedir que el agua fluya libre y generosa, sin afán innecesario en lavar cada mañana las alas de los cisnes que son naturalmente blancos y limpios.
Es cierto que cada ser vivo en el universo tiene su propia frecuencia vital, que desde siempre se susurra que los seres humanos somos los seres más perfectos de la creación, y en algunos libros sagrados está escrito, no en vano en el libro bíblico de Génesis se lee que fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios. Quizás de ahí mismo viene esta energía resiliente que parece no ser positiva ni negativa, pero de tal poder que puede mover a un solo ser humano a causar caos y destrucción o equilibrio y construcción. Es decir que esta energía humana parte junto con la naturaleza original, anima todas las funciones: físicas, mentales, emocionales y sicológicas; su nivel y poder dependen del estado general de cada uno; nos conecta con todo lo que existe y existe en todo. Se comporta como una energía vital particular de lo cual se hace universal, actuando y cohesionando el todo y sus partes. Es corazón, soplo, vapor de agua, y motor constituyente y esencia que se transmuta pero no se crea ni se destruye, sólo cambia pues nace de alguna fuente y retorna a ella.
La resiliencia es más que un término, un concepto sobre la energía invisible que circula por el cuerpo y lo alimenta, pero no circunscrita a este sólo propósito, pues es una energía evolutiva que permite el cambio aspirando a un mayor grado de conciencia. En verdad, gran parte de las técnicas de sanación energética de hoy están basadas en las culturas antiguas, que sustentan su conocimiento en esta energía humana buscando el equilibrio y la armonía de la misma. Insinúan que las tres fuentes principales afines al cuerpo humano son los rayos del sol, el aire, la tierra y el agua. Se dice que basta con apuntar al sol las palmas de nuestras manos abiertas para recargarnos, por decir así. Como un buen baño limpia el cuerpo y anima. La Madre Teresa lo primero que hacía a quien llegaba a su presencia era ofrecerle un vasito con agua: decía que el agua era sanadora por excelencia. Ella enseñaba a ser agradecido, con Dios, con la vida que nos da la oportunidad de experimentarla. Enseñaba a gozar la naturaleza, al que nada tiene con cosas tan sencillas como levantar la cabeza y mirar las estrellas o los arreboles en el cielo, a escuchar el sonido del agua, a percibir el olor de una flor, a caminar descalzo si es posible, a sentir la tierra que pisamos. Hablaba de aceptar la realidad como es buscando la manera positiva de relacionarse con ella, disfrutando los buenos momentos y sobrellevando los malos. Hablaba de compartir, no solo las cosas buenas sino también las malas, por eso hizo saber al mundo entero que había gente muriendo de soledad y niños de hambre en las calles. Cuando hay problemas y se pueden compartir con alguien se hacen más livianos, y en ocasiones en este proceso nos damos cuenta de que nuestro TEPT particular es una minucia, y de hecho podemos manejar como una herramienta para lograr la santa resiliencia, que me han pedido describir muy brevemente y termino con este punto final.
© Waldemar Verdugo Fuentes.

6 de noviembre de 2008

Dorothy Lamour y Salvador Elizondo.



Conversando con el escritor mexicano Salvador Elizondo, me aconsejaba que antes de escribir, hay que saber exactamente cómo se expresaría de viva voz lo que se tiene que decir. Escribir debe ser sólo una imitación de la vida -decía él-. La riqueza de la vida también se debe traducir por la riqueza de los gestos. Hay que aprender a considerar todo como un gesto: la longitud y la cesura de las frases, la puntuación, las respiraciones; También la elección de las palabras, y la sucesión de los argumentos. Sin embargo, debo escribir, a manera de reporte, en esta escritura inmediata, que amigos mexicanos comienzan a apoyar los “Cuadernos” del escritor, que comenzaron a ser editados ahora, cuando ya no está. Me dicen que les envíe una copia de mi entrevista que le hice para Vogue, y el volver a esa época de mi estancia en la Ciudad de México, cuando lo conocí, me trae un aroma fresco aún a calidez humana. En esos días también fue que conocí al viejo león John Huston, por quien fue que llegué a la actriz Dorothy Lamour.
Esto, a propósito de que también recibí noticias de los hacedores de la página oficial de la estrella norteamericana pidiendo mi autorización para subir la entrevista para Vogue que le realicé. Ahora, cuando han pasado tantos años, siento mi apetito y los sentidos saciados con unas cervezas que nos tomamos con Salvador Elizondo en su casa, y con un exquisito sandwich de carne blanca y verduras que para mi solito preparó Dorothy Lamour, lo que no es poca cosa para uno, y justifica estas noticias de ellos, a quienes doy gracias en estas líneas, por su estatura humana a pesar de ser ambos inmortales en su quehacer de cada día.

ENTREVISTA A SALVADOR ELIZONDO
http://salvadorelizondo-vogue.blogspot.com

ENTREVISTA A DOROTHY LAMOUR
http://dorothylamour-vogue.blogspot.com