26 de abril de 2013

OJOS QUE ESCUDRIÑAN AL CIELO.

Los observatorios de estrellas enclavados en los desiertos del norte chileno, la zona más transparente del planeta, significan la realización del oficio de hombres de ciencia que trabajan en el cielo con los pies bien puestos en la tierra; es cierto que entre ellos se nota que participan en cierta desconfianza frente al común mortal que no ve más allá de sus narices. Pero nunca tanto. Para ellos el hombre no es inmortal: así como aparece puede desaparecer. Las cosas son así. Las estrellas, chicas o grandes, nacen y mueren. Algunas viven miles de millones de años mientras otras “sólo” algunos millones. Tenemos suerte de que el Sol pertenezca al primer grupo... Dios no pertenece al conocimiento científico porque no se puede explicar, igual muchos científicos creen en Dios, pero no que todo es creado por Dios, porque existe explicación para todo en las leyes físicas. Para ellos nuestro planeta Tierra no es sino un instante en la historia del universo.
   En el cielo del norte chileno, en todas las direcciones es común ver cruzar los meteoritos como un aliento de vida. Junto con los cometas se sabe que son portadores de energía. ¿Dónde irán a depositar su simiente? El hombre aún no tiene la respuesta. Recién a finales del siglo XX comenzaron a estudiarse los cometas. Aquí, sobre el cielo inmediato de los observatorios astronómicos planean cóndores hembras: la gran ave de Chile. Todos los días llegan a recoger las sobras que les guardan los hombres. Para ellas es casi una bendición que en medio del desierto, los hombres quieran preguntarse si hay vida en las estrellas y a dónde van a dar los cometas.
Waldemar Verdugo Fuentes
AQUÍ UNA BREVE VISITA AL PROYECTO ALMA EN ATACAMA.
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