4 de marzo de 2012

MORRISEY EN CHILE

MORRISEY, ASEXUALES FUERA DEL CLÓSET. Hace unos días he visto actuar en el Festival de la Canción de Viña del Mar al músico inglés Steven Patrick Morrissey, nacido en 1959, quien se inició escribiendo, especialmente poesía, influenciado por autores como Oscar Wilde y Goethe, además de ser fanático de la música pop y el cine. Siendo parte del grupo The Smiths, graba exitosos álbumes entre 1982 y 1987, año en que decide reiniciar su vida profesional como solista y se declara asexual, “para dirigir mis energías sexuales a mi creación musical, y a luchar contra la matanza inusitada de animales”, editando desde el exitoso “Viva Hate” en 1988, una lista de composiciones musicales que incluyen poco más de una veintena, con títulos señeros como “Kill Uncle”, de 1991, a “Years of Refusal” y “Sword”, ambas editadas en 2009. En verdad, en escena muestra una energía envidiable Morrisey, Moz, como le dicen sus fanáticos. Mostró intacta su garganta privilegiada, de la que brotan sin dificultad sonidos sacros y guturales a su antojo, que acompaña con sus juegos gestuales sin amaneramiento, siempre fresco, dramático, a ratos cayendo en estado de gracia, transportado a otro estado de conciencia y comunicándolo. De los asexuales, el llamado cuarto sexo, se dice que han logrado sublimar su capacidad sexual, viviendo sin ninguna preocupación por los asuntos concernientes al sexo, sin por eso ser gentes extrañas. Serían los asexuales personas que aparentemente han pasado la etapa simplemente instintiva, la han superado en forma tal que todas sus energías sexo afectivas las entregan al servicio de una idea, de un principio o de algún afán en la órbita de la creación artística o técnica. La asexualidad hoy día sale del clóset luego de una época en que era territorio de personas alejadas del común denominador: se explica por una ocupación de las neuronas en menesteres más altos que los sexuales, en otro motivo, otra razón para justificar su presencia en el organismo humano. La asexualidad se manifiesta por medio de la más absoluta quietud instintiva, pero produciendo ideas conductoras, descubriendo cosas, creando nuevos arquetipos sociales, una inédita cultura. Podríamos definir a las personas asexuales como aquellas que presentan un interés mínimo, o ninguno, por el sexo en cualquiera de sus expresiones. En este punto, es preciso diferenciar asexualidad de celibato ya que el primero podría referir a una condición mientras que el celibato a una decisión personal. Los célibes son personas que eligen eliminar las relaciones sexuales de su vida por diferentes motivos que pueden ser éticos, religiosos, morales. En cambio las personas asexuales no practican el sexo debido al escaso grado de importancia que le asignan, o lo han sublimado hasta el grado de no renunciar al sexo pero sí a eyacular en beneficio de la salud del hombre y la satisfacción de la mujer, buscando el crecimiento de ambos, lo que representa un desafío para nuestra civilización. Aspecto este último que inspira mi libro “El amor en la isla de los inmortales”. Sólo aquí anoto que en general hoy consideramos al cuarto sexo una conducta insólita, sin embargo, para unos pocos es la experiencia que ha de terminar por hacer madurar al hombre de mano con la técnica. La legendaria escala del doctor Alfred C. Kinsey, pionero en realizar y documentar estudios serios de comportamiento sexual humano, publicada en 1948, explica mediante una clasificación que va de 6 a 0 las diferentes preferencias sexuales de una persona, asignando una categoría adicional (que llamó “x”) para la asexualidad, por tratarse de una conducta que no encuadra en ninguna de las otras contenidas en la escala. En 2010, de acuerdo a un estudio de la doctora Emilia Rivera, investigadora de la Universidad de Chile, con apoyo de estudiosos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 3 por ciento de la población mundial se declara asexual, y aseguran no tener ningún interés en el ejercicio de su sexualidad. Algunos especialistas afirman que se trata de una elección más en la vida de una persona, otros aseguran que podría encuadrarse dentro de una patología psicológica motivada por abusos en la niñez, experiencias sexuales traumáticas, desencanto, opción natural después del desenfreno y otras causas. Hay quienes dicen que la asexualidad es la respuesta biológica a la necesidad de relacionarse con el otro desde el afecto, el intelecto, la emoción y los ideales. Tal vez las personas asexuales han decidido poner al sexo muy atrás en su escala de prioridades y demostrar que aún así pueden ser felices. ¿Una elección? ¿Una condición? Interrogantes con respuestas basadas en hipótesis que comienzan a encontrar puntos de acuerdo. La doctora Rivera afirma: -Curiosamente, para la sexología actual, a pesar de las estadísticas y realidad, sólo existen las orientaciones sexuales heterosexual, homosexual y bisexual, y por lo tanto no existe el ser asexual porque siempre va a estar marcado por una de las tres orientaciones. Es necesario actualizar conceptos y aceptar la existencia de un número de la población cuya orientación es un cuarto sexo, singularmente asexuado. Otros especialistas, como el sociólogo francés Jean Philippe de Tonnac, autor del libro “La Revolución Asexual”, afirman que la asexualidad es una reacción defensiva frente al terrorismo del todo-sexual. Algo así como una manifestación de protesta inconsciente hacia un mundo que hace del sexo un culto y un medio para alcanzar todo en la vida. En el siglo XX se sucedieron décadas de destape sobre temas relacionados con el sexo, al punto de dejar de ser tabú. Eso determinó nuevas formas de comunicación y comportamiento. Pero el aislamiento social, el sexo presente todo el tiempo en todas partes, las presiones de éxito en la sociedad de consumo, han cuestionado también las elecciones sexuales. El caso es que la sociedad condena toda aquella conducta que salga de los carriles establecidos por la mayoría, aunque los asexuales no se consideran seres enfermos y la sociedad aún no sabe cómo asumirlos. El doctor Sigmund Freud sostenía que gran parte de los trastornos mentales radican en la represión sexual, pero tampoco existe una conducta reprimida en quien se declara asexual. Simplemente no disfrutan del contacto erótico con otra persona y no encuentran en esto ninguna anomalía. Curiosamente, en los informes médicos de causas criminales o actuaciones al margen de la sociedad raramente hay personas asexuales, quienes despiertan controversias como la muy difundida en torno a cierta posible causa en una disfunción en el desarrollo de las relaciones afectivas, lo que ellos explican diciendo que el hecho de que una persona no demuestre interés en el sexo no implica obligadamente que sea incapaz de construir una relación romántica con otra persona, una pareja, incluso casarse y hasta formar una familia. Por supuesto que no resulta sencillo. Una pareja formada por un asexual con otra persona que no lo sea, será conflictiva desde el momento en que las relaciones sexuales son parte indivisible del concepto estándar de pareja, y el desinterés por el sexo de uno de los miembros afectará la intimidad del vínculo, lo que no es raro negociar acordando, por ejemplo, sexo una vez a la semana, que al fin es una práctica común entre matrimonios heterosexuales, hasta llegar ambos a la asexualidad. La más importante comunidad de asexuales en el mundo, la Asexual Visibility and Education Network (AVEN), considera un asunto de educación, siendo más común de lo que parece la pareja de asexuales ambos, estableciendo los grados de asexualidad en una escala de A hasta D, lo que a pesar de ser una clasificación rígida, contribuye a identificar las variantes de esta conducta; A: tiene deseo sexual, pero ninguna atracción romántica. B: tiene atracción romántica, pero sin apetito sexual. C: tiene ambos. D: ninguno de los dos. En nuestro siglo XXI el conocimiento acerca del control voluntario de las respuestas sexuales que inspira al cuarto sexo, apenas está empezando. La AVEN propone una serie de pautas por las que un hombre o una mujer se puede descubrir como asexual. Lo primero que se advierte es que, tal cual en todas las opciones sexuales, la asexualidad se asume de forma voluntaria e individual, y que como cualquier otra elección de sexo, no hay un solo modelo o traje al que se ajuste. Al mismo tiempo que se identifican asexuales algunos heterosexuales, homosexuales y bisexuales, otros asexuales perciben una débil o nula atracción, y no se incluyen en orientación sexual alguna. En este último caso, por lo general no contemplan su falta de deseo como un problema médico o psicológico. Unos no sienten necesidad de abrirse al exterior. Otros, en cambio, son muy sociales y mantienen relaciones de amistad que les otorgan contención y apoyo. Su variedad y diversidad humanas se refleja en asociaciones de íntima amistad o formas de uniones que emborronan el límite entre amistad y pareja. Hasta hace bien poco, un asexual era una persona a la que se le asociaba con una vida de soledad y aislamiento. Pues ese es otro convencionalismo que la nueva sociedad a partir de Internet aspira a dejar obsoleto: abriendo el intercambio público de experiencia entre asexuales y, lo que es inédito, explicitando la afirmación de estos como personas tan normales y válidas como sus congéneres sexuados. Enseñando que los asexuales pueden ser tan felices o infelices como cualquiera, tanto como puede serlo un hetero, un bisexual o un gay. Políticamente, por supuesto que hoy, más que todas las minorías sexuales en su momento, los asexuales se ven como un peligro para el orden social establecido, por ser el sexo la cosa más política que existe, y su manejo ha sostenido el poder de los Estados, las iglesias y los feudos capitalistas. Históricamente, la sexualidad se puede encauzar por dos caminos: el de la procreación y el del crecimiento de la conciencia. En la transformación hay bifurcaciones de caminos: uno de ellos llevó al glorioso movimiento Hippie de los años sesenta, en que las flores y el amor libre despertaron un aspecto muy delicado del hombre en la década de 1960. Se dice que los hippies liberados de entonces son los asexuales de hoy día, quienes predican que más allá del sexo hay aún algo. Cuando no se tiene claro si es la expansión de la conciencia la que precede a la transformación de la sexualidad o si es la nueva experiencia de orden en la práctica sexual la que provoca el crecimiento de la conciencia; muchos creen que ambas expresiones de la energía son tan inseparables que virtualmente son como una sola. En China antigua la denominan Tao, para explicar con una voz esta energía. Tao se ha traducido como camino, sendero, cruce, puente para cuyo transitar existe toda una técnica accesible. Se cree que algunas expresiones sexuales como la continencia y el control de la eyaculación rescatan esta idea, afirmando que si no se descarga la energía sexual en el acto (si no se eyacula hacia fuera), el semen se puede dirigir hacia dentro, transmutándolo en un nivel más alto de percepción. Científicos inmersos en la nueva sexología afirman que las células se revitalizan a través de esta alta frecuencia de energía que solo genera el cuerpo humano. Es la realización física del espíritu por integración del plano que sentimos y aquel que permanece oculto a nuestros ojos, pero que nos hace sentir inmortales. Se ha insistido en la posibilidad de que todos esos atributos mágicos que se atribuyen a ciertos personajes de la historia, están relacionados con manifestaciones externas de un elevado nivel de voluntad, o sea, la proyección del dominio interior en que lo sexual ocupa su espacio por derecho propio. Y sabemos que la humanidad ha evolucionado desde una vida animal primitiva a una vida cada vez más avanzada, y lo hemos hecho como hemos podido, intuyendo resultados. Sin embargo, en casi todas las culturas conocidas, lo usual es el aplazamiento temporal de la sexualidad en la niñez como norma socialmente organizada. Pues se intuye que si bien el desarrollo fisiológico incentivado con esta energía es importante especialmente en un niño, el despertar temprano de ella no es necesario, porque todo tiene su tiempo. También la energía sexual parece estar asociada con la capacidad creadora, lo que involucraría a las personas intemporalmente. Por eso, se cree que el nuevo modelo de conciencia sexual tendrá que estar dirigido hacia nuestro interior, porque para ser consciente de uno mismo como ser cósmico se necesita descubrir la naturaleza de nuestra propia esencia. En todo caso, imaginar siquiera la posibilidad de que se pueda renunciar al deseo sexual, implica la presencia de una nueva clase de conocimiento. El cuarto sexo ha existido siempre, pero ahora, la conexión virtual y la salida del clóset les permite una opción óptima: comprometerse con otros asexuales y enfrentar una familia abierta a la sociedad, como cualquier otra. Lo mejor es vivir sin sexo, afirman los asexuales, entre quienes, históricamente, se encuentran famosos como Fréderic Chopin: su propia compañera durante diez años, George Sand, así lo afirmaba y se definía ella misma también como asexual; Salvador Dalí en su libro “Vida Secreta” zanjó el tema del sexo con un “aquello no es para mí. Mi madre me devoró el pene cuando era pequeño”. Sin embargo mantuvo una larga y fructífera relación con Gala, que no era asexual. Quien sí lo era es J. M. Barrie: novelista y dramaturgo francés, famoso por crear el personaje de Peter Pan, perfectamente asexuado; como lo fue, en apariencia, Henry Cavendish, físico y químico británico, aunque también se dice de él que padecía autismo o una forma extrema de fobia social. También se dice de Adolf Hitler, cuya sexualidad o falta de ella fue discutida en el libro “The Hidden Hitler”, donde Lothar Machtan afirma que al parecer Hitler embebido en la política, “nunca se preocupó eróticamente demasiado, al punto que muchos lo consideraban neutro o asexuado": la actriz Marlene Dietrich describió a Hitler como "un capullo que tenía miedo a las mujeres". Asexuado asumido era Paul Bowles, escritor norteamericano, autor de “El cielo protector”, que conoció en 1937 a la británica Jane Sydney Auer, una novelista lesbiana enferma de tuberculosis: su matrimonio constituyó una sólida y romántica relación asexual, que no supuso obstáculo alguno para que Jane continuara con su búsqueda de nuevas amantes. Bárbara Cartland, la escritora inglesa de novelas románticas, declaraba que su vida carecía de sexo. También Isabel I de Inglaterra, llamada la reina Virgen, a la que nunca se le pudo atribuir roce sexual alguno. Por supuesto que los asexuales suelen citar que San José y la Virgen María son la pareja asexual significativa de su historia. La escritora Nobel chilena Gabriela Mistral, sin desestimar el placer sexual (su poesía amorosa heterosexual es notable y mantuvo una relación amorosa con su secretaria Doris Dana, a quien dedicó poemas considerados a la altura de los escritos por Safo de Lesbos), vivió célibe largas épocas de su vida, haciendo voto a su inclinación franciscana, que la inclinó a crear su concepción referida al placer que da la práctica del oficio; ella llega a ver el oficio como un pacto con Dios que hace feliz; decía que basta que cada persona cumpla bien su oficio para que se acaben los problemas en el mundo, por esto fue muy importante en su labor extender el acceso a la educación, "para que cada uno tenga el placer de hacer bien su oficio". Para Gabriela Mistral este placer que se siente al desempeñar un oficio amado es exclusivamente humano, por eso se le relaciona con el orden superior al no requerir aporte sensorial alguno, a lo inherente al placer de índole sexual. El amor en su obra literaria constituye también una fuente no-sensorial en que el placer se manifiesta en toda su excelsa plenitud. De hecho, el cerebro humano es tan omnisciente que una persona puede entregar su vida por otra o por una idea. Este placer altruista ha quedado como modelo sicológico en el Principio de Antígona de Wolman, en que Antígona realiza el acto más significativo que puede hacer en su vida: muere para defender la dignidad de su hermano muerto. Este principio representa las experiencias posibles de realizar en que el amor provoca una respuesta superior a la vida misma. Dentro del comportamiento humano, debemos decirlo, los actos de humanidad hacia nuestros seres amados, en principio, nacen con el hombre mismo. No es tan rara, entonces, esta cualidad humana de renunciar a un placer inferior por un placer superior, en caso de haber desarrollado naturalmente el deseo. Si acaso al asexualidad sea una forma de perfeccionar el amor, si es posible. Entre los personajes de ficción, es asexual Sherlock Holmes, el detective creado por sir Arthur Conan Doyle, célebre autor también de una novela muy entretenida: “El mundo perdido”, sin embargo, aparentemente Holmes pudo haberse enamorado de “Irene Adler”, bueno, de la inteligencia de Irene, personaje femenino por quien él siente admiración, “no es amor ni deseo carnal, es algo mayor: es admiración por su inteligencia”, es fascinación por ser ella la única persona que logró engañarlo en un caso, el que se narra en "Escándalo en Bohemia". En la televisión un personaje asexual popular ha sido el brillante y excéntrico doctor Sheldon Cooper, de la sitcom “The Big Bang Theory”. Sheldon no demuestra absolutamente nada de interés en mujeres ni en hombres, y siempre habla del sexo y el amor desde un lugar científico y objetivo. En un capítulo, Penny, el personaje femenino de la tira, les pregunta a los amigos de Sheldon qué le gusta a éste, si hombres o mujeres, y uno de ellos (Leonard) le dice: “No sabemos.” También está el asesino serial vigilante Dexter Morgan, de la serie de libros de Jeff Lindsay, llevado a la televisión en la serie “Dexter”, donde en la extensión se le inventó una novia, para alivianarlo. En la vida real, fueron asexuales Isaac Newton, el célebre matemático inglés quien creció en un ambiente puritano, que además de forjarle una personalidad depresiva, le hizo engendrar una absoluta indiferencia por los asuntos del sexo, aunque hay quienes aseguran que lo suyo fue represión sexual que se auto impuso al odiar su homosexualidad. Fueron asexuales asumidos George Washington Carver, Immanuel Kant, Maurice Ravel, John Ruskin, Alberto Santos-Dumont, Stephen Somerville, Carlos II de Suecia, Ralph Nader. El excepcional músico y director de orquesta norteamericano Le Sun-Ra (1914-1993), cuyo verdadero nombre era Herman Sonny Blount, que ocupa su lugar propio con música de jazz, explicaba su asexualidad diciendo que procedía del espacio y que era un ser celestial. Tomado en su vida por loco, sin embargo, su aporte al mundo sonoro es extraordinario; fue el primer músico de jazz en utilizar todo tipo de instrumentos electrónicos aparte del piano acústico: el piano eléctrico, el rocksichord, los primeros mini-moog, el clavioline, la celesta, los primeros sintetizadores polifónicos; creó su propio sello discográfico, Saturn Records, a fin de tener libertad para publicar la música que quisiera; fue igualmente un prolífico escritor de poesías, que aparecían en las portadas de sus discos o editados en libros por él mismo. Por supuesto que la práctica de la asexualidad es antigua en la vida del hombre, y ha servido como fuente de inspiración también para escuela filosóficas que mantienen su poder y misterio en ascetas que luchan hasta hoy por dominar la materia para fortalecer al espíritu. Hoy, los asexuales no aceptan su opción como un rechazo al amor: son hombres y mujeres que han elegido la abstinencia sexual no por defecto, es decir por falta de una compañía adecuada, sino como un medio de amar en que no existe una nueva represión, sino como una progresión consciente y asumida libremente. Por ejemplo, el movimiento estadounidense Vírgenes Renovadas, iniciado a finales del siglo XX y formado por mujeres, no siguen los dogmas de creencias religiosas o morales, sino que están convencidas de que la vida sin sexo les permite encontrar la libertad, mejorar la autoestima y tener mayor confianza en sí mismas. Movimiento que ha crecido con fuerza, buscan su identidad como personas controlando a través de la abstinencia su vida sexual. Aunque no se sabe cuántas mujeres siguen actualmente esta tendencia, en 2000 la periodista Wendy Keller, luego de unirse a ellas escribió su obra “El culto de la virgen renacida”, donde plantea que el mayor número de mujeres que llega a la abstinencia sexual, “tal vez un cincuenta por ciento de ellas lo decide porque tiene mucha rabia, cansada de siglos de manipulación y esclavitud íntima, en una cultura universal donde se maneja el patrón de que el hombre es más viril mientras más mujeres tenga; donde el costo que paga la mujer por su libertad sexual es alto y sinónimo de prostituta”. Hay siquiatras que señalan que no es extraño que surja este tipo de movimientos abstencionistas, cuando varios grupos sociales están tomando una posición más radical respecto de las cosas, lo que tiene que ver con los cambios culturales, cuando vivimos una era donde los avances comunicacionales están variando hasta las mismas relaciones de la pareja, ahora cuando cada vez se hace más común su búsqueda y encuentro por Internet, siendo este tipo de movimientos secuelas muy singular del ser humano, cambio que tiende a sacar, en realidad, todos los sexos del clóset. Pero que, a la vez, según algunos siquiatras como el doctor Aurelio Campos Ríos, del Servicio Nacional de Salud de Chile, “puede incidir esta apertura a las cosas del sexo, también con cierto brote de lo que en versión femenina sería el miedo al sexo, al involucrarse, y en versión masculina la eyaculación precoz y el alcoholismo, entre otros. Siendo lo común el que las mujeres tienden a involucrarse sentimentalmente en una relación sexual, al contrario de los hombres, por lo tanto cualquier frustración se transforma en una decepción y un encerrarse en sí mismas. Siendo este tipo de movimientos, para las mujeres que han tenido malas experiencias o traumas, una opción reactiva y no una opción sana. Sin embargo, en general es respetable cuando no son factores de este tipo los que inclinan a estas mujeres, por lo que hay que darles atención, cuando psiquiátricamente, por principio, no hay que desechar el proyecto de pareja.” Sin dudas que hoy la ciencia apoya cada vez más a estos grupos sociales que toman posiciones radicales respecto a la vida, cuando ya es posible que parejas incluso del mismo sexo puedan concebir hijos, en que el embrión puede ser implantado en el vientre de cualquier madre sustituta o técnicamente posible en el mismo abdomen de un hombre. Es un momento cuando el desarrollo de la ciencia apunta hacia la creación de seres humanos prescindiendo del embarazo natural. Así, hay avances que se realizan en los países anglosajones buscando la posibilidad de que dos hombres puedan tener hijos dejando fuera los genes de la mujer, cuando el papel de esta última se hace común limitada al de madre sustituta, es decir, sólo prestando su vientre para que el embrión pueda desarrollarse y llegar a nacer. Uno de los pioneros en plantear la alternativa de combinar el ADN de los dos padres en el recién nacido fue el doctor Calum MacKellar, profesor de bioética y bioquímica de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, quien realizó los primeros experimentos teóricos, tomando un óvulo donado por una mujer al cual le extrajo el núcleo para reemplazarlo por el de un espermio. Una vez reconstituido el huevo, éste fue fertilizado in vitro por un espermio de otro hombre, tras lo cual fue introducido en el útero de una mujer para que cursara el embarazo de manera natural. Logrando controlar el implante del huevo en la madre, confirmó que es teóricamente posible tener un niño que cuente con el material genético de dos padres varones. El doctor MacKellar, quien actualmente dirige una organización llamada Investigación Bioética Europea, reconoce que en la actualidad aún existen importantes obstáculos que impiden que esta idea se haga realidad. Esto porque al embrión creado usando solamente el ADN paterno, le faltaría el denominado imprinting genético materno que le permite desarrollarse normalmente. La doctora Laura Waiker, presidenta de la Sociedad Genética de Chile, indica que esta imposibilidad, “se debe a la ausencia en este caso de la marca genética materna necesaria para el desarrollo del feto”, señalando que esta marca está dada por ciertas moléculas que, a modo de cerradura, impiden que ciertos genes se manifiesten hasta que la molécula es retirada del lugar. En ese momento que puede ser la niñez, la adolescencia o cualquier otro período de la vida, se despierta el gen que comienza a expresarse: “Todo esto sigue un orden que no existe cuando se mezclan los materiales genéticos de dos hombres o de dos mujeres, lo que no dice que sea imposible, sólo es que los estudios para descubrir un sustituto están en proceso de investigación, y varios trabajos al respecto se están comenzando a realizar”. Si este obstáculo es superado permitiría que un embrión de este tipo pueda crecer de manera normal, según plantea el doctor MacKellar: “Pero falta superar obstáculos tan simples como permisos para experimentar. Médicamente, el que esta materia no haya sido establecida y definida por la comisión científica internacional obedece a que existe mucha oposición aún en el uso de embriones humanos para fines experimentales, siendo la comisión médica de Gran Bretaña pionera en recomendar el uso de nuestros embriones para fines médicos, en este caso buscando utilizar la información del genoma masculino y femenino aisladamente para construir un huevo”. El doctor y académico Carlos Valenzuela, genetista del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile, afirma que de llegarse a este punto incluso el vientre de una madre sustituta no será necesario, ya que el huevo obtenido “podría ser implantado en el abdomen de un hombre. Este tipo de embarazos, en que el embrión se anida en el peritoneo, ha existido en mujeres y ha llegado a término. Teóricamente no hay problemas para sintetizar seres humanos, y en algún momento incluso no será necesario utilizar el útero. Esta tendencia es la que venimos observando desde hace tiempo. Antes los fetos de siete u ocho meses se morían, mientras que ahora se logra salvar incluso a los de cuatro meses y medio que son dejados en incubadoras y se logran recuperar, lo que nos deja un período de disponibilidad de uso del útero de cuatro meses y medio, que también será superado”. El caso es que de las aproximadamente 2 millones de especies animales que han sido descritas por los biólogos, alrededor de 2000 se reproducen habitualmente de forma asexual; una de cada mil no es precisamente una alta proporción, pero ahí está. A la vista de estas cifras, los biólogos se han preguntado por qué la mayoría de los animales ha elegido una forma de reproducción sexual para perpetuar su especie. Los estudios han revelado que la principal ventaja de la reproducción sexual es aportar diversidad genética a la descendencia. Durante la formación de las células reproductoras, los cromosomas sufren un auténtico proceso de barajado, que hace que los genes se mezclen, de forma que la dotación genética de cada individuo que nace por medio del sexo, es única e irrepetible. La diversidad genética que aparece de este modo en la población confiere dos ventajas principales: la resistencia frente a parásitos y normalmente la eliminación de los genes con mutaciones defectuosas; la reproducción sexual permite fijar más rápidamente las mutaciones que resultan beneficiosas, actuando como un auténtico acelerador de la evolución. Conociendo estos datos resulta difícil entender por qué miles de especies de animales se reproducen de forma asexual, y es que, dadas las enormes ventajas del sexo, cabría esperar que las especies que han decidido retornar a un modo de reproducción asexual no fueran otra cosa que un callejón sin salida evolutivo, sometidas a agresiones de parásitos y a la continua degeneración de su propio código genético, condenadas a desaparecer tras unos pocos millones de años. Los estudios acerca de la asexualidad están en pañales. Sin dudas que la vía erótica, como la estética, la artística, la ascética, la meditativa, la contemplativa, la del oficio, cumple su función: la de liberar poderosas energías que propulsa a planos más altos de consciencia. Negar como trivializar el acto sexual, desacralizarlo como es cada día más común y, por otro lado, alimentar una compulsiva obsesión sexual, como abstenerse de ella siempre es perder la oportunidad de la sabia utilización mística del sexo más allá del sexo, que citan varios libros sagrados. Cuando la relación sexual tiene un significado profundo que va mucho más allá de la mera oportunidad o deber conyugal. Es esa unión entre dos seres y no sólo la unión sexual, la que se convierte en ciencia o medio de iluminación. Entre los taoístas se dice que una cópula mágica permite vivir años de abstinencia. Por eso, para ellos, cada relación sexual es una relación única. Se recurre al intercambio amoroso porque se es capaz de despertar poderosos sentimientos que pueden canalizarse ascendentemente y porque la experiencia extática del sexo proyecta al otro lado del pensamiento, hacia el ser, que hace tan sensitivo el amante como para percibir hasta el último poro del cuerpo de la persona amada, a manera de comunicación intercelular. El caso es que hemos buscado desde siempre respuestas a nuestras interrogantes para satisfacer nuestra vida interior, esforzándose el hombre por hallar y explorar otras realidades, por acceder a otros planos de consciencia para poder descifrar los enigmas del ser y del devenir. Búsqueda a lo Uno que a través de nuestra historia ha tomado caminos innumerables, tantos como aventuras de la imaginación, surcando las rutas más imprevistas: la ascesis, la contemplación, la vía del poder, la del discernimiento, la de la acción consciente y desinteresada, la del amor, la de la devoción, la de los psicodélicos, la del rito y los misterios, la del trance místico, la de las artes, la de la renuncia, la de la iniciación, la del peregrinaje que narran los libros sagrados, la de la sexualidad sacralizada y tantas otras. Y seguimos buscando hacia dentro y hacia afuera, tanteando métodos y sistemas, recurriendo a todo procedimiento que pueda darnos una respuesta. Surcando la vía dura y del solitario ascetismo; la vía de la entrega incondicionada; la vía del esfuerzo y también la quietud que preconizan los taoístas. Perdiendo al final siempre la vida en el intento, pero siguiendo adelante, valerosamente, en un peregrinaje infatigable, lo que tiene mucho de heroico. El músico Morrisey, la voz de “First of the gang to die” y “Meat is murder”, en su tercera visita a Chile paseó y comió pizza en las calles de Santiago, se mostró cercano con todos quienes se acercaban a pedirle ser fotografiado con él o algún autógrafo, muy cordial. Se compró en tienda de diseñador local las tres camisas que ocupó y se cambió en escena durante el show de ochenta minutos que mostró, con sus jeans oscuros sin cinturón, y zapatos sintéticos, nada de cuero, muy involucrado en su proclama. Lo vi cantar 19 temas, abrió con algo de The Smiths, “I want the one I can’t have”, que inició un repaso por su catálogo sin tiempo para oír “Suedhead” o “Alma matters”, por ejemplo, en cambio ofreció la inédita “People are the same everywhere”. Intercaló hits como “You’re the one for me, fatty”, “There is a light that never goes out” y “Everyday is like sunday”, con temas para iniciados en su música, como “I will see you in far-off places”, cerrando con otro tema que grabó con The Smiths, “How soon is now?”. Con su forma de arrastrar las vocales acompañado de teclados electrónicos, clarinete, acordeón, 3 guitarras, batería, pandero y un gong, a ratos sonidos ultrasónicos, cercanamente espaciales, siempre se escucha muy entonado. Seriamente posando, en el suelo de espaldas al público, hincado a ratos, de frente bendiciendo y bendiciéndose, sin verse en momento alguno poco serio, ni aún cuando toma la gruesa cadena de plata al cuello con su gran cruz labrada que acaricia o besa ni cuando cuelga a su cintura una bandera chilena que alguien del público le tira, ni cuando imita con sus brazos el vuelo de una gaviota, eleva las manos al cielo, reverente, o imita con su rostro caras antiguas que suelen verse talladas en la piedra. Potente Morrisey, al abandonar Chile dijo que se iba feliz, porque mostró el espectáculo que quería. En lo personal, viéndolo rescaté música que tenía en mi discreta memoria histórica. Anoche fui al Estadio Nacional a ver a Roger Waters, que regresó por tercera vez a Chile, ahora para mostrar su show The Wall Live, que monta en Santiago hace más de una semana el ex bajista de Pink Floyd.Fue un espectáculo sobrecogedor. No hay caso, sigo adicto a mi música de juventud. © Waldemar Verdugo Fuentes.