11 de abril de 2009

Viaje al Interior de Uno Mismo II

DE FE Y CIENCIA.
Por Waldemar Verdugo.

El sentido de la vida es algo a lo que nos enfrentamos desde que nacemos, porque sabemos el final si pensamos en la muerte. Entre tanto, cruzamos caminos. Antes del siglo XX se iluminaba el camino científico refutando a la religión con sus descubrimientos, o el camino religioso prohibiendo a la ciencia ocuparse de la Causa Primera, entonces territorio divino. Desde entonces, nuestro universo se volvió cada vez menos material, menos comparable a una máquina y más semejante a un vasto pensamiento. Hoy se dice que el universo nació de una explosión que provocó la expansión de la materia, que podemos observar en las galaxias que continúan alejándose empujadas por esa explosión original.
He conversado con el astrofísico de la NASA y profesor Nolan S. Whitaker, con treinta años de experiencia en su oficio, quien se encuentra en Chile apoyando la instalación de un observatorio astronómico en el Valle del Elqui dentro de un proyecto programado para comenzar sus operaciones en el año 2013, el Gran Telescopio Sinóptico de Medición (LSST) de 8.4 metros, que podrá examinar todo el cielo visible cada semana con su cámara fotográfica digital de 3 billones de pixeles, rastreando los misterios de la materia: estallidos de las supernovas, los asteroides potencialmente peligrosos cercanos a la Tierra tan pequeños como 100 metros o los cinturones de estrellas distantes. Sobre 30 mil gigabytes (30TB) de imágenes será generado cada noche durante la primera década de trabajo programada de exploración del cielo desde el Cerro Pachón, en pleno desierto de Atacama, donde existe total alejamiento de cualquier fuente de contaminación luminosa y de polvo, los peores enemigos de la astronomía, y las condiciones meteorológicas son insuperables lo que hace que los cielos de noche presenten una gran visibilidad la mayor parte del año, llegando normalmente en la zona a trescientas cincuenta noches ideales.
Dice el profesor S. Whitaker que su trabajo siempre le depara sorpresas y lo enfrenta a nuevos desafíos; uno que le ocupa ahora es aportar con su conocimiento para encontrar una solución y manejar los desechos espaciales, que a los astrónomos y físicos preocupa por el aumento de basura que gira alrededor de la Tierra. Narra que antes de venir a trabajar a Chile, hace unas pocas semanas, hubo una colisión entre un satélite estadounidense y un satélite militar ruso, que chocaron en el mayor accidente de este tipo en el espacio, dejando dos nubes de escombros que están siendo evaluadas, debido a los riesgos que podrían comportar sobre la Estación Espacial Internacional (ISS) y otras naves: “La colisión ocurrió a 790 kilómetros de altitud sobre el cielo de Siberia entre un satélite Iridium-33 y un satélite militar ruso Kosmos-2251, que había sido puesto en órbita en 1993, pero que no era utilizado desde 1995, según explicaron. El caso es que tenemos como resultado del choque dos nuevas nubes de desechos, compuestas de casi mil quinientos kilos de escombros. La empresa Iridium posee una flota de 66 satélites de telecomunicaciones, y hasta ahora no sufrieron accidente alguno. En la comisión que me tomó ser parte para investigar la culpa del hecho, nos referimos a Rusia, quienes nos dijeron que no era responsabilidad suya porque el satélite había sido lanzado al espacio por la antigua Unión Soviética. Cerca de 6.000 satélites han sido enviados al espacio desde que la antigua Unión Soviética lanzó el primer orbitador habitado, el Sputnik 1, en 1957. De ellos, unos 3.000 satélites siguen operativos, y los otros 3.000 son basura espacial. Por supuesto que las colisiones cósmicas entre restos de naves o basura espacial no son nuevas, pero éste es el primer accidente que involucra a dos satélites intactos, que ahora es un problema de todos. Porque, si bien la estación espacial gira a 354 kilómetros sobre la Tierra, por debajo de la órbita de colisión, siempre existe un pequeño riesgo de que la ISS ingrese en las nubes de escombros, que deben seguir expandiéndose, y podrían forzar a la Estación Espacial Internacional a emprender alguna maniobra evasiva, porque tiene la capacidad de hacer maniobras para evitar escombros si es necesario, y lo ha hecho ya en ocho ocasiones, a pesar de no estar concluida su construcción y total manejo y usos. Es preocupante la basura orbital; antes de este último accidente, había más de 300.000 objetos orbitando la Tierra de entre 1 y 10 centímetros de diámetro, y miles de millones de piezas más pequeñas, y estos mínimos escombros, a velocidades que pueden alcanzar miles de kilómetros por hora, pueden dañar o destruir una nave en que se han invertido recursos, ingenio, tiempo y cuya función se necesita, y ahora tenemos orbitando mil quinientos kilos de basura de una vez.”
En Chile, el profesor S. Whitaker suma otro desafío integrando un equipo internacional de científicos en su nuevo trabajo distante 600 kilómetros de Santiago donde se ubicará el observatorio LSST, y será vecino de otros complejos inmediatos, como el Observatorio La Silla, ubicado en el Cerro Cinchao a 2.400 metros sobre el nivel del mar, que depende de un consorcio, llamado European Southern Observatory, ESO, que agrupa a países como Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania, los Países Bajos y Suecia, y posee, dentro de otros poderosos instrumentos astronómicos, un telescopio reflector de 3,6 metros de diámetro, cuenta con un radiotelescopio sub milimétrico (Sest) de 15 metros de diámetro y 14 telescopios ópticos (los 2 más grandes de espejos de 3,6 metros de diámetro); su telescopio más moderno es el New Technology Telescopy (NTT), que puede ser maniobrado, por satélite, desde Alemania, y es considerado el centro de observación astronómico más moderno en la actualidad. Unos 1000 astrónomos de distintas nacionalidades se dan cita anualmente en el Observatorio La Silla, que este año 2009 celebra cincuenta años de funcionamiento, en que para hacer posible el desarrollo regular del observatorio trabajan más de 100 ingenieros y técnicos chilenos utilizando avanzadas tecnologías en el campo de la óptica, de la electrónica y de la mecánica de alta precisión.
Otro observatorio inmediato en la zona es el de Cerro Tololo, a una altitud de 2.200 metros sobre el nivel del mar, operado por AURA (Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía), consorcio de universidades privadas estadounidenses. AURA se instaló en Chile en 1963, gracias a un convenio con la Universidad de Chile; posee siete cúpulas y cuenta con un complejo telescopio de un espejo de 4 metros de diámetro y otros tres telescopios auxiliares más pequeños. Fue desde uno de ellos que se consiguió fotografiar por primera vez la Small Magellanic Cloud, una galaxia enana irregular de la Vía Láctea, ubicada a 150.000 años luz de distancia de la Tierra. Entre sus telescopios destacan el reflector de 4 metros (telescopio Blanco), el mayor telescopio del hemisferio sur, inaugurado en 1976; y reflectores de 1,5 metros; 1,0 metros (telescopio Yale); 0,9 metros; 0,6 metros (telescopio Lowel); un telescopio del tipo Curtis/Schidt, y un radiotelescopio de la Universidad de Chile de 1,2 metros. El de Cerro Tololo es considerado similar técnicamente al observatorio norteamericano de Palomar, y ambos están dirigidos a estudiar especialmente las observaciones celestes de nuevas constelaciones y el paso de los satélites artificiales.
Otro vecino dependiente del Observatorio Austral Europeo (E.S.O), el centro astronómico Cerro Paranal está situado a 123 kilómetros al sur del oasis de Antofagasta, donde está instalado el Very Large Telescope (VLT) o Telescopio de Gran Apertura, también ejemplo de avance tecnológico. El VLT está formado por cuatro telescopios con espejos principales de 8,2 metros de diámetro, 17,5 centímetros de grosor y 23 toneladas de peso. Otro vecino es el observatorio del Cerro Las Campanas, ubicado al norte de La Silla, operado por la Carnegie Institution de Washington y la Universidad de Toronto, cuenta con 5 telescopios, 4 ópticos y además uno solar de la Universidad de Birmingham. Junto a otros observatorios astronómicos más pequeños que se han creado por dos razones fundamentales: satisfacer la demanda de los turistas por conocer el espacio, y no perturbar el trabajo profesional realizado por los especialistas, como el Observatorio Comunal Cerro Mamalluca, que en lengua quechua del valle significa "lugar extraño", ubicado en la misma ciudad de Vicuña, cuna de la poeta Gabriela Mistral en el Elqui, zona famosa en el planeta por su conexión con fenómenos celestes muchos de ellos inexplicables hasta ahora, que en muchos casos involucran a objetos voladores no identificados en esta “zona caliente” según la ufología. Es irresistible preguntar al respecto al profesor S. Whitaker, quien nos dice:
“Se sabe que en nuestra propia galaxia se ubican sitios donde puede haber vida. Y son miles de lugares. Hace unos días me ha llegado un informe del profesor Duncan Forgan y su equipo de la Universidad de Edimburgo, un eminente exobiólogo y sus discípulos que han estudiado la probabilidad de vida fuera de la Tierra hace varias décadas. El concluye que en nuestra propia galaxia debe existir vida inteligente entre 361 y 38.000 planetas. Han propuesto cálculos generales sobre la probabilidad de vida inteligente en el universo, a través de un proceso de estimación aproximada. Sucede que durante más de 50 años hemos estado descubriendo planetas similares al nuestro fuera de nuestro sistema solar, más de 300 existen ubicados, pero la cifra aumenta continuamente. Ellos experimentan con modelos computacionales de una galaxia muy semejante a la nuestra. Esto permite desarrollar sistemas solares basados en la información que se va conociendo y que recibimos de los satélites o descubrimos en los observatorios astronómicos viendo las galaxias vecinas. Estos datos son sometidos a numerosos escenarios. Por ejemplo, en uno se asume que es difícil que se forme vida pero es fácil que ésta evolucione. Y con esto se ha encontrado que pueden existir entre 361 civilizaciones inteligentes en nuestro alrededor. Un segundo escenario asume que se puede formar vida fácilmente pero habría muchos problemas para desarrollar inteligencia. Bajo estas condiciones se calcula que pueden existir algo menos de treinta mil formas de vida. Otro escenario analiza la posibilidad de que la vida podría pasar de un planeta a otro durante colisiones de asteroides, que es una teoría popular sobre la forma como se formó la vida en la Tierra. Y este enfoque da como resultado la existencia de entre treinta mil y treinta y ocho mil civilizaciones inteligentes. Para la ciencia, creo yo, como astrofísico, la existencia de vida extraterrestre no es el problema, porque tarde o temprano lo comprobaremos, de hecho, si hablamos estrictamente en manera científica, la vida extraterrestre se ha confirmado cuando encontramos agua en Marte, y es potencial la existencia de vida microbiana. El descubrimiento fue hecho con el radar de la sonda “Mars Reconnaissance Orbiter” (MRO), el año pasado, aún cuando los primeros indicios de agua en Marte fueron detectados hace cuatro años por los vehículos ‘‘Spirit’’ y ‘‘Opportunity’’ y confirmados después por el ‘‘Phoenix’’, también vehículo de la NASA. Nos explica que el agua de los glaciares marcianos se encuentra en latitudes bajas del planeta, lejos de los polos, y en algunos casos a solo unos tres metros de profundidad; cubren una superficie de decenas de miles de kilómetros cuadrados y se extienden desde las montañas marcianas con un espesor en algunos casos de unos 800 metros. Se parecían mucho a los enormes glaciares detectados también bajo la roca en la Antártica y para cuyo estudio se había utilizado el radar que lleva la sonda MRO. Dice él:
“En la Tierra, esas masas de hielo oculto en la Antártica preservan el registro de antiguos organismos, de vida microbiana, y la historia del pasado climático, y esperamos que lo mismo sea en Marte. En todo caso, te debo responder que la función esencial de los laboratorios astronómicos no es la de investigar vida extraterrestre, sino controlar episodios del cielo que pudieran influir en la Tierra, estudiar fenómenos celestes que nos ayuden a comprender mejor la vida aquí en nuestro planeta, donde hemos tenido que hacer muchas suposiciones sobre cómo se formó la vida y dilucidarlo es nuestro primer obstáculo. Si logramos superarlo, y establecer cuáles planetas podrían tener vida y cuáles no, podríamos sobre esa base seguir un patrón de la evolución en esos planetas y saber en qué grado de civilización se encuentran. En todo caso, cada vez más podemos cuantificar al respecto nuestra ignorancia de forma más efectiva. Igual, para un astrofísico la vida extraterrestre es algo secundario mientras no suceda algo que amerite nuestra atención al respecto. El principal problema que tenemos es que en realidad no sabemos como comenzó la vida aquí en la Tierra, y observando el nacimiento y vida de estrellas en el cielo nos debe ayudar a saber más de nosotros mismos, de aquí la importancia de este nuevo observatorio, LSST será el telescopio de mayor alcance en el mundo, con extensos desafíos en el manejo de datos. El desafío será a nuestra capacidad de convertir los datos que obtengamos al conocimiento, porque cambiará la manera en que observamos el Universo, que comenzará a ser explorado en forma continua, abriendo ventanas completamente nuevas que deberán entregar descubrimientos en múltiples áreas de la astronomía y de la física fundamental, y donde las innovaciones en el manejo de datos desempeñarán un papel central".
Los ingenieros y científicos de LSST han estado colaborando con Google en varias oportunidades, y así se hará también en Cerro Pacho con este Gran Telescopio Sinóptico de Medición. Aun cuando el Universo es muy antiguo, cada instante suceden cosas apasionantes que podremos conocer de los cielos. El LSST podrá rescatar parte de estos acontecimientos, y Google ayudará a organizar y presentar los volúmenes de datos aparentemente abrumadores que se recojan, y los pondrá a disposición de quien sea necesario, que va desde científicos reconocidos a estudiantes aficionados. Nos dice el profesor S. Whitaker que su trabajo de astrofísico, con los años ha transcurrido entre la investigación y el apoyo logístico en la instalación de observatorios astronómicos, lo que le ha obligado a “hincar el diente a todo lo necesario de saber para hacer las cosas funcionar al principio, igual que cuando uno construye su casa, en que debe funcionar perfectamente todo lo básico al comenzar. El contacto con profesionales de todas las áreas de la astronomía y la física involucrados en la construcción de un laboratorio como éste, me ha enseñado a deducir cosas que me son verdaderas. Por ejemplo, me basta medir la velocidad con la que las galaxias van alejándose unas de otras por la explosión original, para deducir que hace quince mil millones de años se encontraban concentradas en una partícula de un tamaño miles de veces inferior a una cabeza de alfiler, una partícula en la cual está contenido el universo entero, todo lo que será: galaxias, planetas, el sol y la Tierra, los mares, árboles y plantas.”
Reconoce el profesor S. Whitaker que aún si se incluyera a los seres humanos en el instante original, como hombre de ciencia puede remontarse hasta una millonésima de segundo después de la explosión creadora, pero no más. Tropieza con el famoso Muro de Planck, bautizado así en nombre del físico alemán que fue pionero en señalar que la ciencia es incapaz de explicar el comportamiento de los átomos cuando la fuerza de gravedad llega a ser extrema, siendo el límite final del conocimiento, más allá del cual debe existir otra realidad, a la cual hay quienes han accedido confesando luego que se trata de una realidad vertiginosa, una especie de alucinación metafísica que conmociona para siempre. Dice él: “Hace cuatro mil millones de años, lo que llamamos vida no existe todavía; sobre la tierra barrida por el viento y las aguas las moléculas primigenias son agitadas sin tregua por el calor del rayo, las radiaciones y el frío de las tempestades. Estas moléculas incluyen en su estructura cadenas de átomos en alternancia, más carbono, nitrógeno y oxígeno, que al unirse comienzan a formar los aminoácidos que hacen evolucionar la materia hasta engendrar sistemas bioquímicos tan complejos como el hombre y los animales conocidos, protegidos del exterior por membranas celulares. Por supuesto, hay un instante que hace la diferencia entre lo inerte y lo viviente. Como molécula, es decir en la escala de las partículas, ambos son idénticos, a pesar de manifestarse alguna diferencia un escalafón por encima de lo atómico, pero todavía reducida, cuyo salto decisivo es a nivel macromolecular, en que lo viviente parece infinitamente más estructurado, más ordenado que lo inerte. Es decir, la única diferencia entre lo inerte y lo viviente, entre lo vivo y lo muerto, es que uno es simplemente más rico en información que el otro.”
Así, la vida sería una propiedad que emerge de la materia, una necesidad que obedece a cierta fenomenal instintiva inscripción en el corazón de lo inanimado, que se hace vivo siguiendo la historia de un orden cada vez más elevado. Pero, ¿por qué la naturaleza tiende a ese orden? Pues, si hubiera existido una mínima alteración, el universo no habría dado nacimiento a seres vivos e inteligentes. Le pregunto al profesor S. Whitaker y dice que sería simple responder que “las cosas son lo que son porque no habrían podido ser de otra manera” o que “no hay sitio para un universo diferente del que nos ha engendrado” pero dice que él cree que “el Universo sabía que el hombre llegaría en su momento”. Le pregunto si él, como hombre de ciencia, cree que esta sabiduría primaria está hecha de puro azar o proviene de “alguna” voluntad, de cierta inteligencia organizada que trasciende nuestra materia, y responde:
“Una gota de agua está compuesta de moléculas, formadas por átomos que a su vez están compuestos de un núcleo todavía más pequeño y de electrones que gravitan a su alrededor, en el corazón del núcleo con nuevas partículas, como los protones y los neutrones, a su vez con partículas más pequeñas, los quarks, que representan una especie de muro dimensional, es decir, no existe ningún fragmento de materia más pequeño que estos llamados quarks, de acuerdo al mas mínimo tamaño posible de cuantificar. Reina un inmenso vacío inexplicable entre estas partículas, algo así como si tomamos una cabeza de alfiler y para descubrir otro debemos describir a su alrededor una circunferencia de cientos de kilómetros. Si unimos todas las partículas que componen a un hombre, hasta tocarse, tendríamos el tamaño de menos de una milésima de milímetro. Y es este vacío que existe en la materia quien le permite actuar. Una partícula no existe por sí misma sino por los efectos que origina, pues, sabemos que están comunicadas entre sí de una forma y no de otra, dando nacimiento a la variedad de cuerpos y figuras vivas que existen, cada ser con sus particularidades, y algunas especies como el hombre y el tigre, incluso con sus huellas digitales. La singularidad de saber que estamos formados de estas partículas virtuales, que somos una especie de abstracciones existiendo en un mundo ordinario, trabajando toda una vida para concluir que la sustancia de nuestra realidad son cifras, una abstracta red de información que nace del orden y no del caos, en este sentido, buscando ese orden de los números que calman mi mente fue que yo me hice creyente. Como científico, el mundo se determina en el último instante de la observación. Antes nada me parece real, en sentido estricto. Pero al ir más allá observando las estrellas, formadas de una materia no distinta que la de un hombre, que actúan por el campo de atracción de un vacío, concluyo cierta trascendencia, un fundamento universal que enlaza la materia, la vida y la conciencia que nos permite conversar ahora. Para la astrofísica es ahora lógico pensar en un corazón universal.”
El profesor S. Whitaker nos recuerda el famoso experimento del doctor León Foucault en 1851, cuando no se tenía la prueba experimental de que la Tierra giraba sobre sí misma, y en el Panteón de París colgó su famoso péndulo: una bala de cañón de 26 kilos, colgada de la bóveda mediante un cable de 67 metros de largo, y que tardaba dieciséis segundos para ir y volver cada vez. Adherido a la bala, en su parte inferior, había un pequeño estilete y el suelo del Panteón estaba cubierto de arena. En cada ida y vuelta el estilete dejaba una marca diferente en la arena, cada una de ellas unos dos milímetros a la izquierda de la anterior porque la Tierra giraba, mientras el péndulo permanecía fijo. Pero ¿fijo en relación con qué? La Tierra gira alrededor del Sol, que a su vez gira... ¿existe un punto de referencia inmóvil? La conclusión del experimento de Foucault concluye que la inmovilidad del péndulo está determinado por el movimiento del universo en conjunto y no solamente por los objetos celestes inmediatos a nuestro planeta. Todo lo que sucede en la Tierra está en relación con el cosmos, porque cada parte lleva dentro la totalidad de lo que existe. La escritora chilena María Luisa Bombal lo decía así: “A veces pienso que si muevo la mano de esta forma, apuntando hacia lo alto, quizás estoy dando nacimiento a una caracola en una estrella lejana”.
Todo relacionado con todo es lo que al final descubre Jorge Luis Borges en El Aleph, quien en su relato La inmortalidad, dice: "Si el tiempo es infinito, en cualquier instante estamos en el centro del tiempo. Si el Universo es infinito, el Universo es una esfera cuya circunferencia está en todas partes y el centro en ninguna. ¿Por qué no decir que este momento tiene tras de sí un pasado infinito, un ayer infinito, y por qué no pensar que este pasado pasa también por este presente? En cualquier momento estamos en el centro de una línea infinita, y en cualquier lugar del centro infinito estamos en el centro del espacio, ya que el espacio y el tiempo son infinitos". Y cita en su cuento El Simurgh y el Aguila a Plotino (Eneadas, V, 8.4.): "Todo, en el cielo inteligible; está en todas partes. Cualquier cosa es todas las cosas. El sol es todas las estrellas y cada estrella es todas las estrellas y el sol". Debido a esta relación de todo con todo es que dentro del sentido de la vida, una sola persona que se suicide es un fracaso para toda la humanidad, y uno solo condenado a muerte es toda la humanidad condenada.
Si tomamos una fotografía y la rompemos en dos, sólo podremos ver la mitad del motivo de la fotografía. Esto no sucede si la imagen fuera holográfica, que todos hemos visto primero en las series de ficción, luego en los museos virtuales y actualmente en experimentación múltiple: si rompemos un negativo de fotografía holográfica y lo proyectamos con láser, no veremos sólo la mitad de la imagen, sino la imagen entera, incluso si la rompemos en varios pedazos cada parte contiene la totalidad de la imagen. Para algunos el holograma es una acertada interpretación científica del orden del universo: una imagen total. El profesor S. Whitaker considera que para la ciencia la religión se hizo posible a finales de la década de 1920, cuando Heisenberg expone su principio de incertidumbre, Lemaitre da a conocer su teoría sobre la expansión del universo, Einstein propone su teoría del campo unitario, y comienzan a publicar su obra pensadores como Teilhard de Chardin, que nos legó una obra que es una brecha abierta hacia nuevas concepciones filosóficas del sentido humano, o Heidegger, que en Ser y tiempo (1927), se preocupó de lo que consideraba la cuestión filosófica (y humana) esencial: ¿qué es ser? Esto le llevaba a la pregunta, ¿qué clase de ser (Sein) tienen los seres humanos? Pioneros tan desafiantes que hoy permanecen en un auténtico "coma" histórico. Ese mismo año 1927 en el congreso de Copenhague oficialmente nace la Teoría Cuántica. Asimismo, afirma que para la religión la ciencia se hizo posible el año 1969, cuando le abre las puertas de quehacer en otros planetas, a la manera de los primeros colonizadores aquí en la Tierra donde siempre un religioso era imprescindible, y este trabajo es por los siglos que vendrán hasta que duren los tiempos a partir de entonces, cuando se cortó el cordón umbilical y salimos al espacio exterior, al poner el primer pie en la Luna. Ahora, nuestras dificultades básicas para comprender el universo surgen porque no sabemos con qué compararlo, pero cada día sabemos más. Cierto es que la vida semeja un mensaje redactado en un código secreto, de origen cósmico, y la tarea del hombre es descifrar y dar sentido a ese código. Para instalar una armonía entre la fe y la ciencia, entre lo que se cree y lo que se sabe.
(Fragmento de “El Sentido de la vida”)
© Waldemar Verdugo Fuentes.