31 de mayo de 2012

CAMINOS DE CHILE.

RUMBO A MENDOZA CRUZANDO LA CORDILLERA DE LOS ANDES. Naturaleza de pura roca y minerales que bañan todo de colores, menos el verde que está ausente. No crece una sola planta, no veo esas araucarias milenarias comunes al otro lado de los Andes, que crecen hasta la misma orilla del mar de Chile. Sin embargo, el clima lo diría más cálido acá. El camino de asfalto violento rodea la montaña que subo, a mi izquierda las alturas fenomenales y a la derecha el precipicio mayor, más allá todo es vacío e inquieta. Dicen que Dios mora en el vacío absoluto, y con esta cercanía del cielo no dudo en que también aquí vive. Pronto el esquí nos tendrá olvidados, ahora veo tierra pronta a blanquear con la nieve, que comienza a cubrir todo de blanco a medida que subimos. Se aparecen como reliquias hileras de árboles, pinos, y una enorme explanada, pura piedra milenaria a manera de cuna en la cordillera, vemos un cementerio indígena, restos de tumbas con lápidas de colores separadas por tierra roja de arcilla reseca, no hay flores ni un ave, sin embargo las enormes plumas y aquí o allá restos de huesos, anuncian que el sitio es refugio de cóndores. Con profundo respeto, nos detenemos en el sitio, cruzamos carcomidas señales con alambres de púas mohosos, lápidas quebradas, cruces tiradas... no hay fechas, época o circunstancias, puro misterio. Sólo el silbido del viento rompe el silencio espectral. Seguimos camino a lo alto, en la distancia abajo, un minuto, ahora puedo divisar los verdes campos mendocinos, de pura parra y uvas, que parecen tan cercanos. He vuelto a perderlos, y ya no los recupero. El camino bien señalizado nos lleva a la hostería de Potrerillo, que tiene todo preparado para el jolgorio nevado. Caminando por la tierra nevada doy gracias a Dios por este instante de pura paz en la cordillera. (c)Waldemar Verdugo Fuentes.